viernes, 6 de septiembre de 2013

Crítica de Una Mente Maravillosa


Si hay alguien que recuerda el año 2002 con especial cariño, ese es Ron Howrd. Y es que supuso, para este prolífico director norteamericano, el reconocimiento en forma de galardón a muchos años de dedicación al mundo del celuloide.

Cuatro fueron los premios de la Academia que recibió Una Mente Maravillosa, entre los que se encontraba el de mejor película. Director, guión adaptado y actriz de reparto completaban el gran palmares del film, que nos cuenta un período de la vida de John Nash.

Basada en hechos reales, el oscarizado guión de Akiva Goldsman adapta la novela, del mismo nombre, de la escritora Sylvia Nasar. La obra, que comienza con los años de estudios universitarios del famoso matemático, es una visión, algo inexacta, de la vida de este premio novel de economía.

Tras finalizar sus estudios de forma brillante, Nash alterna su vida como profesor en la Universidad con algunos trabajos para el gobierno traduciendo mensajes encriptados procedentes de los países comunistas. Poco a poco, el personaje interpretado por Russell Crowe se irá obsesionando con estos mensajes, intentando encontrar indicios de conspiraciones en todas las revistas, periódicos y panfletos publicitarios que pasan por sus manos.

Con estas premisas Ron Howard nos adentra en la mente de este famoso licenciado que, a medida que se va desarrollando el film, verá acrecentado los síntomas de esa enfermedad llamada esquizofrenia. El dicho de que todo genio tiene su punto de locura, aquí queda totalmente latente. La mayoría de los personajes que aparecen alrededor de John Nash, son producto de la enfermedad, llevándolo a tal punto de desconcierto que le impide distinguir con claridad entre la realidad y lo generado por su brillante cerebro.

El director nacido en Oklahoma, sabe jugar muy bien con esta dualidad, y no es hasta la mitad de la obra cuando no nos desvela el hecho de la esquizofrenia. Así, la primera parte de la película podríamos clasificarla dentro del thriller mas puro, ya que el guión nos va llevando hacia una trama de espionaje y conspiraciones que nada nos hace suponer qué es lo que ocurre realmente.

Es a partir de su boda con una alumna suya llamada Alicia cuando, poco a poco, estos episodios se vuelven más intensos, hasta devenir en una situación destructiva e insoportable para su entorno. Y es que, sin ser consciente de su enfermedad, el temor a un posible ataque comunista y a la creencia de tener la llave para evitarlo, hacen que los síntomas se agraven, llegando a perder todo aquello por lo que había trabajado durante años.

Todo esto, que parece algo complejo de plasmar en la gran pantalla, no lo es tanto si cuenta con un actor de la talla de Russell Crowe. El intérprete neozelandes realiza un trabajo soberbio para dar vida a tan extraño personaje. Su metamorfosis es total, y te crees en todo momento lo que el guión quiere contarnos, gracias a una interpretación limpia y sin caer en el error de la sobreactuación. Un rol que le valió al actor la nominación para los premios de la Academia, pero que se vio superado, en la votación final, por Denzel Washington en su papel del policía corrupto de Training Day.

La que si tuvo mas suerte en la gala de los Oscar, fue la guapa actriz Jennifer Connelly, que se sobrepuso a sus colegas en la carrera por la estatuilla. Su papel de esposa de John Nash no era nada sencillo, pero la actriz neoyorkina se sobrepone de forma espectacular a dicho reto. Su actuación es sobresaliente, desbordando dramatismo en todo momento y expresando, de una forma totalmente acertada, el calvario a base de sufrimiento que tienen que pasar los familiares de enfermos de esquizofrenia.

Otro de los reconocidos nombres con los que contó el film, es el de Ed Harris. Este interprete puede presumir de hacerlo bien cada vez que aparece en pantalla, siendo capaz de trabajar en muchos y variados registros. Aquí da vida a Parcher, un misterioso personaje que hará de enlace entre los servicios de inteligencia estadounidenses y el protagonista de la obra. El actor, nacido en New Jersey ,desprende ese halo misterioso que requiere su rol, y se convierte en uno de los "personajes" principales de la producción.

El poker de intérpretes lo completa Paul Bettany. Silas de El Código Da Vinci, cumple perfectamente con lo que el guión lo exige, en su papel de compañero de habitación de residencia donde reside Nash en sus años de estudio.Pero la relación entre ambos no terminará con la universidad, convirtiéndose en otro de los referentes que atormente al matemático durante sus crisis.

Como hemos visto, además de contar con una más que interesante historia, el director de Ángeles y Demonios consiguió reunir un elenco de actores que valen su peso en oro. El éxito con estos dos factores era más que probable, pero una producción tan ambiciosa necesitaba además de una buena fotografía.

Para ello Dreamworks dio el visto bueno a la contratación de Roger Deakins. Autor de la fotografía de reconocidas obras como Huracan Carter o Cadena Perpetua,  la labor realizada en Una Mente Maravillosa es realmente notable. Destaca de sobremanera las escenas en las que Nash comienza a visualizar las series por las que se rigen las cadenas numéricas que forman los códigos encriptados. Unas secuencias muy llamativas, visualmente hablando, y que han servido de inspiración a muchas producciones posteriores.

Ya solo faltaba dar con una partitura acorde con todo lo anterior, trabajo que fue encargado a uno de los compositores que levanta odios y pasiones por igual. James Horner vuelve a tirar de archivo y se inspira en una creación suya del año 1999. Es imposible no apreciar las similitudes entre los temas centrales de esta obra, y la que protagonizase Robin Williams como El Hombre Bicentenario. A pesar de ello, la composición resulta bastante efectiva, imprimiéndole carácter a la obra y expresando perfectamente esa mezcla de brillantez y locura del personaje protagonista.

La gran triunfadora de la 74 edición de los Premios de la Academia es una película de esas que no te dejan indiferente la primera vez que la vez. La historia, que podría haber derivado en un drama soporífero, aburrido y muy pesado, cuenta con la virtud de haber jugado con esa dualidad que pone en duda al espectador durante la primera parte de la película,.haciéndola mucho más dinámica y divertida. Une película que fue aclamada por la crítica y el público en general merecidamente, y que es un magnífico ejemplo de un trastorno tan problemático como la esquizofrenia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...