Basada en el libro del mismo nombre de Huber Selby Jr. la historia se centra en la vida de una solitaria madre y su conflictivo hijo. Harry Goldfarb, que así se llama el joven, dedica su vida única y exclusivamente a vender todo lo que encuentra en casa para poder pagarse las drogas a las que es altamente adicto. Su única aspiración en la vida es, junto con su amigo afroamericano Marlon, hacerse de oro traficando con estas sustancias estupefacientes. Esto provocará que se ausente largos periodos de tiempo de su hogar materno, ausencia que su progenitora suple viendo ininteligibles programas televisivos. Uno de estos espacios de entretenimiento selecciona a Sara Goldfarb como concursante, lo que provocará que esta depresiva mujer comience a ilusionarse y a querer bajar de peso a base de tomar pastillas de dudosa composición.
Darren Aronofsky, el director de la película, se suele caracterizar por llevar a la gran pantallas obras de extrema dureza. En todas ellas juega con la sensibilidad del espectador, poniéndola a prueba y llevándola a límites extremos. El Cisne Negro o el Luchador son producciones que, siendo posteriores, llevan esa impacto emocional que caracteriza al cineasta neoyorkino.
Este film de principios de siglo, nos relata de una forma muy impactante y visual, las extremas situaciones que puede llevar las adicciones a distintas sustancias estupefacientes. Actualmente estamos muy acostumbrados a ver en muchos programas televisivos este tipo de situaciones, pero allá por el 2000 cuando se estrenó la cinta, sorprendía enormemente por su gran crudeza. Únicamente hay que ver la primera secuencia del film para darte cuenta de la hora y media que te espera. Resulta bastante impactante ver como la madre de Harry tiene que esconderse para evitar que su hijo le agreda en uno de sus ataques, frutos del síndrome de abstinencia y de las medidas tomadas por la mujer para evitar que su hijo revenda su viejo televisor, que a su vez es su única compañía.
A partir de aquí nos situamos en una montaña rusa de sensaciones fruto del magistral y arriesgado guión sobre el que se asienta el film. A cada momento de exaltación, fruto de los psicotrópicos, le sucede un bajón mas grande que el anterior, hasta llegar a un desenlace final altamente impactante. Todo ello a base de jugar con la velocidad de las cámaras y con un acertado y efectivo uso de los primeros planos de los personajes cada vez que se "colocan". Y es que no solo sabe jugar con las predecibles adicciones a sustancias duras, sino que además nos muestra como un simple tratamiento par adelgazar, si cae en manos de una persona en plena depresión, puede derivar en una locura extrema y descontrolada.
Un amplio muestrario de lo que el ser humano es capaz de hacer para engañar el síndrome de abstinencia, y seguir fomentando una adicción totalmente insana y destructiva. Robos o prostitución se algunas de estas "soluciones" que quedan de manifiesto a lo largo del film y que son mostradas, sin ningún tipo de censura acompañadas de la impactante fotografía de Matthew Libatique.
El cineasta sabe sacar, a base de primeros planos, los efectos negativos de las drogas. Sustancias que poco a poco van destruyendo tanto física, como mentalmente a los personajes principales del film, para los que se realizo un más que acertado casting. Si hay un rol que nos viene a la mente cada vez que oímos hablar de esta película, es el interpretado por Ellen Burstyn. La veterana actriz consigue plasmar sobre la pantalla un personaje atrapado en su soledad y víctima del efecto mediático de los concursos televisivos. Sara Goldfarb cae bien al espectador desde el principio, y además de protagonizar algunos de los momentos menos dramáticos del film, es quizás el que mas angustias despierta a medida que se va desarrollando su adicción.
Es Jared Leto, al que ya vimos en El Club de la Lucha o más recientemente en Alejandro Magno, quien da vida al hijo de Sara. Si buscásemos un villano en este film, lo encontraríamos en el personaje al que interpreta, capaz de todo por conseguir su sueño de convertirse en un capo de la droga. Su interpretación, sin llegar al nivel de Ellen, es también muy notable con momentos cargados de tensión y angustia.
La otra cara reconocida del film es la de la oscarizada actriz Jennifer Connelly. En esta ocasión se mete en la piel de Marion Silver, una chica de familia adinerada que ha decidido cambiar todos los lujos por una vida en la que es esclava de las sustancias estupefacientes. Enamorada de Harry, no dudará en dejar de lado cualquier escrúpulo y autoestima con tal de conseguir algún tipo de sustancia que calme sus, cada vez más comunes, "ataques de mono".
Un reparto cargado de personajes con mucha fuerza que vivirán situaciones extremas, acompañados por la impresionante partitura de Clint Mansell. El compositor británico nos deleita con un tema central que forma parte de la historia del cine. Una sucesión magistral de notas musicales que completan, eficientemente, las tensas situaciones que deben soportar los protagonistas del film, a causa de sus adicciones.
Estamos ante una obra de esas que no te dejan indiferentes, muy complicada de digerir y que te deja con mal cuerpo. Un film que puede llegar a resultar traumático dependiendo de para quién, pero que sabe reflejar a la perfección las miserias de este mundo.
Darren Aronofsky, el director de la película, se suele caracterizar por llevar a la gran pantallas obras de extrema dureza. En todas ellas juega con la sensibilidad del espectador, poniéndola a prueba y llevándola a límites extremos. El Cisne Negro o el Luchador son producciones que, siendo posteriores, llevan esa impacto emocional que caracteriza al cineasta neoyorkino.
Este film de principios de siglo, nos relata de una forma muy impactante y visual, las extremas situaciones que puede llevar las adicciones a distintas sustancias estupefacientes. Actualmente estamos muy acostumbrados a ver en muchos programas televisivos este tipo de situaciones, pero allá por el 2000 cuando se estrenó la cinta, sorprendía enormemente por su gran crudeza. Únicamente hay que ver la primera secuencia del film para darte cuenta de la hora y media que te espera. Resulta bastante impactante ver como la madre de Harry tiene que esconderse para evitar que su hijo le agreda en uno de sus ataques, frutos del síndrome de abstinencia y de las medidas tomadas por la mujer para evitar que su hijo revenda su viejo televisor, que a su vez es su única compañía.
A partir de aquí nos situamos en una montaña rusa de sensaciones fruto del magistral y arriesgado guión sobre el que se asienta el film. A cada momento de exaltación, fruto de los psicotrópicos, le sucede un bajón mas grande que el anterior, hasta llegar a un desenlace final altamente impactante. Todo ello a base de jugar con la velocidad de las cámaras y con un acertado y efectivo uso de los primeros planos de los personajes cada vez que se "colocan". Y es que no solo sabe jugar con las predecibles adicciones a sustancias duras, sino que además nos muestra como un simple tratamiento par adelgazar, si cae en manos de una persona en plena depresión, puede derivar en una locura extrema y descontrolada.
Un amplio muestrario de lo que el ser humano es capaz de hacer para engañar el síndrome de abstinencia, y seguir fomentando una adicción totalmente insana y destructiva. Robos o prostitución se algunas de estas "soluciones" que quedan de manifiesto a lo largo del film y que son mostradas, sin ningún tipo de censura acompañadas de la impactante fotografía de Matthew Libatique.
El cineasta sabe sacar, a base de primeros planos, los efectos negativos de las drogas. Sustancias que poco a poco van destruyendo tanto física, como mentalmente a los personajes principales del film, para los que se realizo un más que acertado casting. Si hay un rol que nos viene a la mente cada vez que oímos hablar de esta película, es el interpretado por Ellen Burstyn. La veterana actriz consigue plasmar sobre la pantalla un personaje atrapado en su soledad y víctima del efecto mediático de los concursos televisivos. Sara Goldfarb cae bien al espectador desde el principio, y además de protagonizar algunos de los momentos menos dramáticos del film, es quizás el que mas angustias despierta a medida que se va desarrollando su adicción.
Es Jared Leto, al que ya vimos en El Club de la Lucha o más recientemente en Alejandro Magno, quien da vida al hijo de Sara. Si buscásemos un villano en este film, lo encontraríamos en el personaje al que interpreta, capaz de todo por conseguir su sueño de convertirse en un capo de la droga. Su interpretación, sin llegar al nivel de Ellen, es también muy notable con momentos cargados de tensión y angustia.
La otra cara reconocida del film es la de la oscarizada actriz Jennifer Connelly. En esta ocasión se mete en la piel de Marion Silver, una chica de familia adinerada que ha decidido cambiar todos los lujos por una vida en la que es esclava de las sustancias estupefacientes. Enamorada de Harry, no dudará en dejar de lado cualquier escrúpulo y autoestima con tal de conseguir algún tipo de sustancia que calme sus, cada vez más comunes, "ataques de mono".
Un reparto cargado de personajes con mucha fuerza que vivirán situaciones extremas, acompañados por la impresionante partitura de Clint Mansell. El compositor británico nos deleita con un tema central que forma parte de la historia del cine. Una sucesión magistral de notas musicales que completan, eficientemente, las tensas situaciones que deben soportar los protagonistas del film, a causa de sus adicciones.
Estamos ante una obra de esas que no te dejan indiferentes, muy complicada de digerir y que te deja con mal cuerpo. Un film que puede llegar a resultar traumático dependiendo de para quién, pero que sabe reflejar a la perfección las miserias de este mundo.
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