domingo, 27 de enero de 2013

Crítica de Django Desencadenado


Quentin Tarantino es un director de esos que no necesita carta de presentación. Sus obras presentan un carácter tan marcado y diferenciador, que con solo ver los primeros minutos distinguimos, de forma espontánea, el estilo de este genio del celuloide.

Vetado por La Academia para recibir cualquier clase de reconocimiento personal, sus obras son un continuo desafío para las calificaciones morales, un provocador nato que ha hecho de la sangre y la violencia su mejor  tarjeta de visita. Pero a diferencia de muchos compañeros de profesión, no ha caído en los convencionalismos baratos y sus historias ofrecen un trasfondo poco común en guiones de este tipo.

Una de estas historias es Django, un homenaje al western que Sergio Leone encumbró y que, años mas tarde, un inspirado Clint Estwood nos rescató en esa obra maestra llamada Sin Perdón. Si mezclamos todo lo anterior y le añadimos violencia extrema y muchas sangre nos topamos de lleno con la nueva obra de Tarantino.

El guión, obra del propio director, nos narra la historia de un esclavo de color que es rescatado por un cazarrecompensas a cambio de llevarle hasta unos buscados forajidos. Pero este no es el único trabajo que realizaran juntos, ya que tras el éxito de este primer "encargo" juntos, comenzaran una cruzada en busca de peligrosos delincuentes a cambio de, una vez que entre el verano, viajar al sur en busca de la esposa de Django.

Esto, contado de forma escueta, es el comienzo de esta trama que comienza de forma explosiva y finaliza de manera mas brutal. Una historia al mas puro estilo Tarantino que sigue una línea ascendente y que une violencia y humor a partes iguales. Todos conocemos el apego que tiene este director por la mezcla de sangre y vísceras, sello de todas sus obras anteriores y que tuvo en Kill Bill su máximo esplendor. En Malditos Bastardos, a pesar de ser también una obra no apta para estómagos delicados, estuvo más comedido que de costumbre. En Django no se controla tanto y nos deja escenas de una violencia suprema, una sucesión de tiroteos grotescos donde las balas parecen de un calibre desmesurado y cada muerte intenta superar a la anterior, pero con la virtud de no caer en el ostracismo visual.

Robert Richardson, que hemos visto trabajar ya junto a Tarantino  y mano a mano con otro grande de esto como es Scorsese, le pone fotografía a este atípico western. Juega con el contraste del seco y polvoriento oeste, mezclado con el abundante y llamativo rojo proveniente de la sangre de las escenas de acción. Una composición que aviva al combinarla con las verdes praderas de las plantaciones donde trabajan los sometidos esclavos de color.

Todo este panorama necesitaba de un reparto lo suficientemente potente para dar credibilidad a la historia, pero que supiese mantener ese tono que sólo las películas de Quentin tienen. Así, para el rol de la venganza mas oscura del western se optó por contratar al polifacético Jamie Fox, en la que es una de sus mejores aportaciones al mundo del cine. Su puesta en escena es impecable, evolucionando a lo largo del film en un autentico tipo duro del oeste americano. En la versión doblada resulta, cuanto menos curioso, el acento que se le ha optado por dar y que a medida que evoluciona la trama, se va refinando de forma proporcional a sus ansias de venganza.

Es el austriaco Christoph Waltz  uno de los rostros que mas gratamente nos sorprende a lo largo de las casi tres horas que dura la película. El Dr. King Schultz es un personaje puramente tarantiniano, frío, calculador y capaz de mantener la calma en las situaciones mas tensas, adornándolo todo a base de ironía y sarcasmo.Un provocador nato que el actor austriaco interpreta de forma sobresaliente.

El circulo de interpretaciones principales del film lo cierra un actor de la talla de Leonardo Di Caprio. Si cuando lo vimos morir en aquella tabla, junto a los restos del Titanic, nos hubiesen hablado de la agigantada progresión del californiano, quizás nos hubiésemos echado unas risas. Pero no hay que quitarle merito al rubio actor que se ha ido forjando una carrera en Hollywood, madurando para mejor en cada película que estrena. Metido en la piel de Calvie Candie nos regala otra de esas actuaciones para la historia, con momentos realmente memorables como el monólogo que se pega justo después de darse cuenta que le estaban intentando tomar el pelo. Una actuación que le debería haber valido su nominación al Oscar, pero los académicos una vez más se han olvida de incluir en las listas.

El reparto se comparte con nombres como un rejuvenecido Don Johnson, que protagoniza uno de los momentos mas divertidos del film, la actriz Kerry Washington o Dennis Christopher entre otros. Pero si hay que destacar un nombre es el de Samuel L. Jackson, que realiza uno de los mejores papeles de su carrera.  Solo la transformación llevada a cabo por el equipo de maquillaje es de una calidad sublime, convirtiendo al actor en un rostro difícilmente comparable con el suyo real. Desde que aparece en escena su interpretación llena por si sola la pantalla, llegando por un lado a odiarle, pero despertando un sentimiento extrañamente entrañable hacia su personaje por otro. Una lastima que no se le haya incluido en las nominaciones a los premios de la Academia, porque realmente lo merecía.

Este cocktail de interpretaciones, acción y violencia debía tener una selección musical a la altura, y Tarantino para eso es un genio. Es capaz de combinar canciones de varias épocas y hacer que se ensamblen de maravilla en una película del Oeste. Ninguna de las elegidas desentona, haciendo del tema principal una melodía que va a quedar grabada en el género por mucho tiempo.

Django supone un nuevo género que se ve envuelto por el peculiar estilo de Tarantino, implacable en la filmación y altamente provocador en el contenido. Una nueva muestra de que taquilla y calificaciones morales altas pueden ir cogidas de la mano y no es necesario un "apto para todos los públicos" para que un film consiga una buena recaudación. Una película bien hecha, que adopta lo mejor del western y lo lleva  al extremo mas violento y sangriento, para mostrarnos aquello que esperábamos ver y mucho mas. Si hay que ponerle algún pero, y ya sería ponerse demasiado pedante, es que puede resultar excesivamente larga. Tres horas son muchas para un espectador medio, pero también es cierto que si hubiese que haber metido algún tijeretazo sería complicado saber donde, ya que todo el metraje ofrece algo.

Como vemos este director, guionista y actor, que podemos ver en acción en la ultima parte del film, no se quiere encasillar en un género y si marcar un estilo. La pregunta que nos queda a los fans es ¿se atreverá con una de ciencia ficción?.

viernes, 18 de enero de 2013

Crítica de Total Recall - Desafio Total (2012)


A comienzo de la década de los noventa se estrenaba en las pantallas de todo el mundo un film que, con un presupuesto de 65 millones de dolares, asombró a todos. Dirigida por un director tan controvertido como Paul Verhoeven,  el film te sumergía en un viaje a una colonizada Marte, donde seres humanos y mutantes conviven bajo un sistema casi dictatorial. Uno de los héroes de acción de la década, como era el musculoso Arnold Scwarzenegger, se metía en el pellejo de Douglas Quaid, que cansado de la rutina diária decide simularse unas vacaciones en el planeta rojo, viéndose envuelto en una trama de persecuciones, tiroteos y mucha acción.

Veintidós años después de disfrutar de un film de ciencia ficción con mucha adrenalina y caras tan conocidas como las de una guapa y joven Sharon Stone, o el villano por antonomasia del cine hollywoodiense como era Michael Ironside, nos llega un nuevo reboot de la obra. Pero, pese a lo que podamos pensar, el guión de Kurt Wimmer y Mark Bomback nada tiene que ver con la novela de Philip K. Dick. Muchos son los guiños a la producción de Verhoeven, pero la historia es totalmente distinta.

En esta ocasión toda la trama tiene su desarrollo en la Tierra, en dos emplazamientos totalmente opuestos tanto física como socialmente. Por un lado está La Colonia, una urbe altamente masificada por la clase proletaria y baja, con un diseño muy al estilo Blade Runner. Un enorme barrio chino lleno de suburbios y el principal objetivo del canciller Cohaagen. Al otro lado del mundo, y unido por un enorme ascensor que atraviesa la tierra de punta a punta se sitúa la UFB, donde las clases mas altas conviven entre impresionantes adelantos tecnológicos y un efectivo sistema de seguridad.

Douglas Quaid trabaja como montador de sintéticos, unos androides mezclas de soldado clon con los autómatas de I Robot, que son los defensores de la autoridad en este futuro lleno de contrastes. Su feliz vida transcurre entre su trabajo y su matrimonio con una guapa agente de policía, eclipsada por una pesadilla que se repite noche tras noche y le impide un normal descanso. Es por ello que decide visitar Rekall, una empresa que mediante compuestos químicos te generan aquellos recuerdos que quieras tener, para alejarse un poco de la rutina y, de paso, hacer desaparecer ese extraño sueño que tanto le inquieta. Esta visita va a suponer un cambio en toda la concepción que tenía de el mismo y le llenara de dudas sobre su propia existencia y del mundo que percibe.

A groso modo esta puede ser la puesta en escena del film, para el que se ha contado con Colin Farrell en el papel de Quaid. El actor irlandes, que ya pudimos ver en este género de ciencia ficción en Minority Report, realiza un trabajo bastante eficaz, pero no consigue alcanzar el nivel de carisma que Schwarzzeneger  tenía en el celuloide original. Pero dejando de lado pequeños matices, en este tipo de papeles lo que mayor importancia tiene es interpretar bien las coreografías y tener un buen físico para ello, cosa que el protagonista de Ultima llamada realiza perfectamente.

Junto a el, dos de los rostros bonitos del cine del otro lado del charco. Por un lado la guapísima Kate Beckinsale en el rol de Lori, la esposa de Douglas Quaid. Acostumbrada a verla en films de acción, no nos sorprende su soltura en las escenas con mayor dosis de adrenalina, convirtiendo a esta "cariñosa" esposa en una auténtica terminator que, para agrado del género masculino, dura mucho más en pantalla que su homónima en la versión de 1990.

En el lado opuesto a esta antiheroína nos encontramos con una no menos atractiva Jessica Biel, el auténtico amor de Douglas y una de las principales cabecillas de la resistencia. Su interpretación, sin llegar a ser mala, es de las mas flojas dentro de los papeles principales, quedando en todo momento eclipsada tanto por Farrell como por Beckinsale. No podemos decir que no cumple con su papel, pero le falta la fuerza y la puesta en escena que tenía la Melina original, a la que daba vida Rachel Ticotin.

El resto del reparto son caras menos conocidas para el público en general como las de Bryan Cranston o Bokeem Woodbine, que pasan sin pena ni gloria por la historia, siendo indiferente de haber escogido otros rsotros para dar vida a sus personajes.

Len Wiseman, al que recordaremos por dirigir La Jungla 4.0 o escribir los guiones de la saga Underworld (que casualmente protagoniza Beckinsale), fue el elegido para dar forma a este "remake" que ya fue criticado desde que se planteó la idea. Al director de origen californiano no podemos ponerle ningún pero, ya que de un guión bastante plano ha obtenido un producto muy atractivo visualmente que no se hace para nada pesado. Quizás el comienzo del film pueda parecer algo lento, pero una vez que van aconteciendo los hechos, va acelerando su ritmo hasta lograr que las casi dos horas de metraje pasen sin darte cuenta. Y todo ello a pesar de haber alargado en exceso una de las escenas que tenía en común con el film de Verhoeven, haciendo interminable la escena donde se intenta convencer a Quaid que todo es producto de los químicos suministrados en Rekall.

Para la fotografía nos encontramos con Paul Cameron, un habitual en los thrillers y que realiza aquí su primera incursión en los mundos de la ciencia ficción. Nos deleita con dos fotografias contrastadas, una para cada polo del planeta. La colonia la muestra como un lugar de vida nocturna, llena de luces y neones para enfatizar que la población residente trabaja durante todo el día y únicamente tiene algo de vida en horas intespectivas. En el lado opuesto se nos presenta lo que es una gran ciudad capitalista, utilizando para esta ocasión tonos fríos, que nos hacía recordar mucho el film de Steven Spielberg, Minority Report. Es imposible no ver similitudes de diseño entre ambas obras, incluyendo decorados, vehículos o el sistema magnético por el que se desplazan los automóviles, algo más caótico en esta Total Recall. Visualmente es un espectáculo y mucha culpa de ello lo tiene este director de fotografía.

Uno de los puntos que mas habían marcado la producción de los noventa era la impresionante banda sonora compuesta por el desaparecido Jerry Goldsmith. Su tema central, muy utilizado en todo tipo de espectáculos, tenía una fuerza que supuso uno de los sellos del film. Con solo nombrar las palabras Desafio Total, automáticamente se nos venía la pegadiza melodía a la cabeza que nos acompañaba para el resto del día. Eso, desgraciadamente no ocurre con esta nueva versión, siendo la composición de Harry Gregson-Williams más funcional que la de Goldsmith. La partitura funciona bien en el film, añadiendo mucha carga a las ya de por sí intensas escenas de acción, pero con el handdicap que alejándola del film carece de todo sentido. Una banda sonora que acompaña bien a la película y que cumple en su cometido, pero que no va a ser de las que llevemos habitualmente en nuestro reproductor mp3.

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero es imposible ver un remake sin buscar similitudes con su antecesora. Para mi ha sido todo un acierto no repetir historia, ya que eso no hubiese hecho mas que inmolar esta nueva versión, sobre todo teniendo en cuenta que la de Verhoeven ha envejecido bastante bien y que no hubiese aportado nada nuevo. En su lugar nos encontramos con una entretenida obra de ciencia ficción, repleta de momento intensos, bien coreografiada y con muchos guiños a la película original. Una producción de 125 millones de dolares, que a pesar de no haber funcionado como se esperaba en taquilla, ofrece una buena oportunidad para disfrutarla tranquilamente en el sofá, acompañada de un refresco bien frío y un bol de palomitas.

lunes, 14 de enero de 2013

Crítica de El Hobbit: Un viaje inesperado


Nueve años han pasado ya desde que llegase a nuestras salas cinematográficas la última entrega de la trilogía del prestigioso autor británico J.R.R. Tolkien. Este mundo fantástico, donde los hombres convivían con mágicas y legendarias criaturas como elfos o hobbits, había sido recreado como nunca antes y prueba de ello es el reconocimiento que, en forma de estatuillas, le dieron los componentes de la Academia. Once Oscar que supusieron la guinda a una saga redonda, aclamada tanto por la crítica como por el público en general y por los seguidores de la obra de Tolkien en particular.

Era de esperar que tanto éxito tuviera como consecuencia que se plantearan la adaptación del resto de obras sobre la Tierra Media, y en especial ese pequeño relato para niños que, bajo el nombre de El Hobbit, supuso la primera obra del escritor. El proyecto, que en un principio iba a estar en manos del prestigioso director Guillermo del Toro, se vio afectado por los problemas económicos de los estudios MGM que canceló en un principio el film.  Tras un periodo de incertidumbre alrededor de la obra, fue el propio Peter Jackson, propietario de los derechos, el que decidió no dejar el proyecto en el olvido y se puso a trabajar en el guión.

No ha sido hasta diciembre de 2012 cuando nos ha llegado la primera entrega de este relato que, asombrosamente, ha sido dividido en tres partes. Bajo el nombre de Un Viaje Inesperado, la historia nos narra como Bilbo Bolson se ve apartado de su tranquila y ociosa vida en Hobbiton para sumergirse, junto con doce enanos y un mago, en una aventura que le marcara su destino y el de toda la Tierra Media. Un viaje por un sinfín de lugares mágicos y peligrosos que pondrá a prueba el valor, la astucia y la fortaleza de los curiosos personajes que forman esta peculiar compañía.

Este sería, a groso modo, el argumento de la historia contado en unas pocas líneas. Si bien, el guión tiene una mayor profundidad de lo aquí explicado ya que, en esta primera entrega, además de la trama principal narrada en el libro original se le han ido añadiendo hechos secundarios obtenidos de los apéndices y que no aparecen por ningún lado en el relato. De esta forma se han conseguido dos propósitos, por un lado enlazar esta historia con la trilogía de El Señor de los Anillos, comenzando a esbozar lo que puede ser una explicación del regreso de Sauron. Y por el otro, han conseguido crear una nueva saga de tres películas que va a dejar una buena cantidad de millones de dolares en taquilla.

El anuncio de la división en tres películas, a escasos tres meses del estreno de Un Viaje Inesperado, provocó un aluvión de críticas sobre Peter Jackson y su equipo, ya que los aficionados a la obra de Tolkien entendían que no había material para tanto metraje. Sobre todo teniendo en cuenta que el libro apenas superaba las 200 páginas. Pero a pesar de ello, sus mas de 80 millones de dolares en el primer fin de semana de estreno, solo en los Estados Unidos, dieron la razón al neozelandés. La gente había quedado tan encantada con El Señor de los Anillos que a pesar de lo mucho que se dijese, iba a ir en masa a ver esta nueva saga y los números no hicieron mas que corroborarlo.

Para más polémica, el film se nos ofrecía en varios formatos que iban desde el tradicional celuloide en dos dimensiones hasta el innovador y discutido HDR en 3D y a una velocidad de 48fps, el doble del standard utilizado hasta ahora. El resultado de esta nueva configuración era una imagen mucho mas nítida, un mayor acercamiento a la realidad que provocaba en muchas ocasiones la sensación de estar viendo el film a través de una ventana. Solo disponible en un selecto número de salas en nuestras fronteras, los que hemos podido disfrutar de este nuevo concepto llegamos a la conclusión de que este realismo despierta, en algunos momentos, la sensación de estar viendo un documental. Esto lo experimentamos en las escenas donde la acción se desarrolla a mayor velocidad, donde los personajes parece que van algo acelerados, efecto propio de la costumbre de ver las imágenes a 24 fps. Pero no por ello queda mal ni es tan exagerado como nos lo vendieron algunos críticos desde el prestreno, comparando las maravillosas escenas de acción del film con las ridículas situaciones de la serie británica Benny Hill.

Otro aspecto donde se ha comprobado, una vez más el gran equipo de efectos visuales, es lo elaborado de las escenas en tres dimensiones. Bajar a las profundidades de las minas enanas o esquivar las piñas ardiendo lanzadas por Gandalf hacen que ver el film en este formato merezca la pena. Si en muchas ocasiones decimos que el 3D solo aparece en el logo de  los carteles promocionales, hay que reconocer que en esta ocasión está muy bien logrado, y merece la pena pagar el suplemento para disfrutar el film con las gafas puestas.

Dejando a un lado la parte técnica que, una vez más, vuelve a ser espectacular nos adentramos en el valor artístico del film. Para ello Peter Jackson reúne parte de su antiguo reparto con savia nueva para darle un toque mas novedoso al film, pero sin perder la esencia de la primera trilogía sobre la Tierra Media. Para empezar, uno de los papeles mas carismáticos como era el de Gandalf, vuelve a ser interpretado por Ian McKellen. Este mago, con unos años menos que en la entrega anterior, vuelve a sorprendernos gratamente por la fuerza que el veterano actor inglés es capaz de transmitirle al personaje. Junto a el, un actor que todos reconocerán por la serie televisiva Sherlok y que dará vida al narrador y principal protagonista de la obra. Martin Freeman da vida a Bilbo Bolson, un despistado y acomodado hobbit que, sin quererlo ni beberlo, se verá envuelto en la aventura de su vida. El papel que realiza el intérprete británico es sobresaliente, algo que nos agrada enormemente porque teníamos la incertidumbre si este salto a un papel de tal responsabilidad iba a sobrellevarlo bien o, por el contrario, le iba a quedar grande. Tras verlo enfrentándose a orcos, discutiendo con tozudos enanos y jugando a los acertijos con Gollum, en una de las mejores escenas del film, podemos confirmar que este rol le viene como anillo al dedo (nunca mejor dicho).

Es Richard Armitage en su papel de Thorin el que mas nos sorprende en esta primera entrega de la saga. Su rol como líder de los enanos desprende una fuerza y un misticismo que ensombrece a gran parte del reparto. Todas sus acciones llevan ese halo épico a sus espaldas, y cada aparición suya eclipsa el resto de la escena. Si lo comparamos con algún personaje de El Señor de los Anillos, podríamos decir que es el Aragorn de esta trilogía.

El resto de reparto cumple a la perfección con su cometido, algunos con mayor y otros con menor protagonismo. Si bien, volvemos a ver a Cristopher Lee dando vida a un escéptico Saruman, a Hugo Weaving como el elfo Elround y a Elijah Wood en un prologo que nos enlaza las dos trilogías. Un reparto bastante completo que nos ayuda, con sus actuaciones, a adentrarnos plenamente en la aventura que nos propone la historia.

Una historia que a pesar de tener una estructura bastante infantil, ya que recordemos que se trataba de un cuento que Tolkien escribió para su hijo, sabe ganarse el interés de los espectadores de todas las edades. Las dosis de acción están bien repartidas, a pesar de tener una primera parte que decae un poco después del magnífico prólogo, donde se cuenta la historia de la caída del poderoso reino enano de Erebor bajo el fuego de Smaug. Un compendio de imágenes en 3D con voz en off que consiguen captar la atención del espectador desde el primer momento.

Desde el momento de la partida de la expedición no paran de ocurrir cosas, convirtiendo un metraje bastante extenso en un suspiro gracias a su elevado ritmo y a las espectaculares escenas de acción. Si la recreación de los Trolls nos puede parecer magnífica, el equipo de efectos especiales es capaz de sorprendernos minutos mas tardes con las peleas de los titanes de roca o con la espectacular batallas en las cavernas de los trasgos. Esto no es mas que un pequeño esbozo de la enorme cantidad de minutos donde el acero de las espadas y el silbido de las flechas se mezclan para dar lugar a cuantiosas situaciones épicas.

Todo ello danzando al ritmo de la música de Howard Shore. El compositor, autor de las partituras de El Señor de los Anillo, vuelve a repetir en este mundo de fantasía con un conjunto de melodías que se retroalimentan de sus predecesoras. Muchos son los movimientos que ya pudimos disfrutar, varios años atrás, cuando los hobbits campeaban por las tierras de La Comarca. A estos se le han añadido otros muy válidos para el film, pero de menor calidad si los comparamos con los de la época cuando Sauron atemorizaba la Tierra Media. No podemos decir que la composición a nivel global este exenta de calidad, pero si es cierto que podría haber añadido unos nuevos acordes mas sorprendentes.

Otro que repite junto a Peter Jackson es el director de fotografía, Andrew Lesnie. Este australiano nos vuelve a mostrar sorprendentes imágenes de Nueva Zelanda, donde a buen seguro estarán agradeciendo  la enorme campaña turística a nivel mundial que se le está haciendo. Pero a parte de los paisajes, cada toma es una maravilla, apreciada aún más a 48 fps, y que supone un pequeño salto de calidad con respecto a la trilogía anterior en el aspecto visual.

Hablar de El Hobbit es referirse a auténtico cine de aventuras, dentro de un marco fantástico y con mucha acción. Es una película para olvidarte de dramas personales y dejarte llevar por la grandiosidad de sus imágenes y la fuerza de sus personajes. Un film para todas las edades, que te deja con ganas de que llegue el próximo diciembre para seguir las aventuras de Bilbo, Galdalf, Thorin y compañía en su cruzada por derrotar a Smaug.





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