En 1995 un, hasta entonces casi desconocido director neoyorkino, sorprendió a propios y extraños con un film que fue llevándose galardones por todos los festivales nacionales por los que pasaba. Si no era el de mejor director, era el de mejor actor secundario o mejor película. Y es que Sospechosos Habituales no dejaba indiferente a nadie.
Ganadora con dos Premios de la Academia en 1996, el guión de Christopher MacQuarrie (que en breve nos traerá Jack y las habichuelas mágicas) es uno de los mas geniales y originales del género. Tras una historia típica de delincuentes logra esconder, de forma magistral, una trama que va más allá de lo aparente, todo ello contado de forma poco cotidiana pero muy efectista.
El film comienza de manera que te atrapa desde los primeros fotogramas, mostrándonos las escenas del desenlace final, pero ocultando todos los detalles de forma que no explica nada pero deja ver por donde puede ir los tiros, nunca mejor dicho. A partir de aquí el montaje nos traslada en el tiempo a unos días antes de dicho suceso, en una de las escenas mas recordadas del film y del género. La captura y posterior rueda de reconocimiento de los protagonistas se ha convertido en todo un clásico. Cinco personajes que nada tiene que ver uno con el otro, tan distintos tanto en apariencia como en carácter que únicamente tienen en común el delito por el que son sospechosos. Este fortuito encuentro provocará que sus caminos se crucen para formar una única autopista con destino a un sencillo golpe. Todo ello, claro está, tras unas duras negociaciones para convencer a mas de un miembro para formar parte de este plan.
A partir de aquí el ritmo del film comienza a alcanzar velocidades vertiginosas, todo ello contado de voz de uno de aquellos sospechosos durante un interrogatorio policial. La escena del primer golpe de esta nueva banda es magistral, un robo que hubiese firmado el mismísimo Michael Mann para su fabulosa Heat. Una muestra más de la grandeza de esta película.
Pero un guión original y envolvente no sirve de mucho si no está respaldado por unas buenas actuaciones. Es aquí donde toma partido el grandioso reparto con el que cuenta esta producción, encabezada por un increíble Kevin Spacey. Su actuación, que le valió un Oscar, debería mostrarse en todas las academias de actores. Su papel, de estafador tullido, es todo un homenaje al género culminado con un final apoteósico de los que marcan época.
Junto a el nombres de tanto nivel como el de Benicio del Toro, que a pesar de no tener un rol demasiado participativo cumple a la perfección, clavando el estereotipo de latino de mediados de los 90. Gabriel Beyre es otro de los destacados del film, metiéndose en el pellejo de Dean Keaton, un mafioso con muchos antecedentes a sus espaldas, que intenta alejarse de ese mundo que tanto y tan poco le ha dado. El actor irlandes ha tenido posteriormente una amplia filmografía, pero este es quizás su mejor interpretación. Muestra perfectamente esa lucha entre lo que es racional y lo que él es realmente, convirtiéndolo en uno de los pilares fundamentales del film y el cabecilla de este grupo de delincuentes.
Otro actor que nos sonará es Chalz Palminteri, que en esta ocasión adopta el rol del agente especial Dave Kujan. Su cara a cara con Roger "Verbal" Kint, el personaje que da vida Kevin Spacey, es inmenso, ya que consigue combinar la típica dureza policial con ese sentimiento de lástima por las condiciones físicas de Roger. Gran parte de la película es este affaire, que nos muestra a un Palmiteri que no se deja ensombrecer por la larga sombra de la actuación de Spacey.
Stephen Baldwin, Giancarlo Esposito o Pete Postlethwaite son algunos de los muchos nombres que conforman el excepcional reparto del film y que, en mayor o menor medida, ayudan a enriquecer un guión que es de lo mejorcito de la década de los noventas en cuanto a thrillers se refiere.
Otro de los aspectos a destacar de la obra es la magnífica música compuesta por John Ottman. El compositor, que se estrenaba en el mundo del séptimo arte con otra obra de Singer, nos deleita en esta segunda composición con unas partituras melódicas para el tema central, y unas con mucho mas ritmo y celeridad para las escenas de acción. El tema central es muy pegadizo, siendo un acierto haberlo introducido en los instantes iniciales del film representando momentos de calmas previos a la gran tempestad que se avecinaba. Una gran banda sonora para un género que últimamente no se prodiga mucho en este aspecto.
No podíamos dejar de mencionar la gran fotografía de Newton Thomas Siegel, que es uno de los fijos en las producciones de Bryan Singer. Escenas como la de la llegada a la reunión con Redfoot o el asalto al ascensor donde viaja Kobayashi son algunos ejemplos del magnífico trabajo tras las cámaras, un aspecto que potencia exponencialmente la ya de por si atractiva historia.
Con el tiempo hemos podido comprobar que Sospechosos Habituales es, quizá, una de las películas de referencia de historias de delincuentes, donde no todo es lo que parece. Un reparto de lujo con nombres como los de Kevin Spacey que le valió el Oscar al mejor actor secundario por su papel de delincuente tullido, Benicio Del Toro o Stephen Baldwin hacen que la película enganche desde un primer momento y consiga mantener el interés a lo largo de sus 90 minutos, una duración perfecta para que no resulte pesada y de tiempo a exponer toda la trama.
El secreto de su éxito radica, sin lugar a dudas, en su sencillez y acierto en la forma de mostrarnos la historia, dejando de lado la mayoría de aspectos personales de cada personaje. Con esto, además de no aburrir al espectador con algo superfluo y totalmente ajeno al guión, consigue acelerar todos los sucesos de forma que no da oportunidad de perder el hilo argumental, invitándonos a asistir a uno de los mejores finales que un thriller de este estilo puede ofrecer.
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