miércoles, 22 de octubre de 2014

Crítica de El Experimento (2001)


El cine europeo, en muchas ocasiones, poco tiene que envidiar al que nos llega del otro lado del Atlántico. Esa falta de medios y presupuesto, que podría ser una gran desventaja cuando hablamos de la gran pantalla, en muchas ocasiones es suplida a base de guiones bien trabajados y originales. Creativas puestas en escenas que, como práctica cada vez más habitual, son copiadas por la gran industria cinematográfica estadounidense.

Uno de estos casos es el film de 2001 que, bajo el nombre de El Experimento, llegaba a las escasas salas donde se estrenó proveniente del país teutón. Una obra que se escapaba de los convencionalismos y mantenía las imágenes duras e impactantes típicas de las producciones alemanas.

El guión de Mario Giordiano nos traslada hasta los despachos de una facultad de medicina, donde un grupo de 20 personas, de diversas personalidades y estatus social, son contratados, a cambio de una buena cantidad de dinero, para formar parte de un experimento. En él, los voluntarios se dividirán en dos grupos. Ocho de ellos adquirirán el rol de funcionarios de prisiones, mientras que los doce restantes deberán recluirse en una prisión simulada y comportarse como auténticos presos.

Una investigación sobre la conducta humana en la situación de estrés de una prisión, creada por el equipo de psicología de la universidad, que asegurará en todo momento la integridad física de los participantes con una serie de normas como la prohibición total del uso de la violencia.

Este es el punto de partida de una historia que pone en escena el director alemán Oliver Hirschbiegel. El cineasta, nacido en Hamburgo, hasta el estreno de esta obra se había limitado a dirigir capítulos para series televisivas y alguna que otra TV movie de escasa repercusión. A raíz de El Experimento su carrera tomo buen impulso, encargándole tres años más la magnífica obra sobre los últimos días de Hitler llamada El Hundimiento.

El trabajo realizado aquí es sobresaliente, tomando una historia original y cargándola de tensión a base de primeros planos y una violencia poco comedida. Un gran guión, que se ve favorecido por el trabajo de dirección y la elección de los actores principales.

Y es que, a pesar de tener un reparto prácticamente desconocido, las interpretaciones son de elevado nivel, destacando por encima de todos los actores Moritz Bleibtreu y Justus von Dohnányi. El primero de ellos, que nos sonará la cara por alguna serie televisiva tipo Rex, se mete en la piel de uno del típico recluso provocador y desafiante, con la finalidad de llevar el experimento al límite.

Su alter ego lo encontramos en el rol interpretado por Justus, que también acompañó al director del film en la exitosa El Hundimiento. Su papel de funcionario sin escrúpulos es de chapó, originando un personaje realmente detestable que roza en ocasiones la locura.

El resto del reparto realiza su función a un nivel muy bueno, no tan destacable, pero para nada despreciable. Es quizá el rol adquirido por la actriz Maren Eggert, el que parece estar un poco por debajo del resto. Y no por la actuación de la actriz, que dentro de lo que cabe no está mal, sino porque su personaje parece estar metido con calzador para romper el ritmo, y darle más tensión a la acción en la parte final del film.

Rainer Klausmann le pone fotografía a un film lleno de contrastes visuales. Por un lado juega con el naranja del comedor, donde el color encaja perfectamente con las muestras de compañerismo que allí se dan. Por el contrario las escenas más oscuras, cuando los "presos" deben dormir realza los momentos vejatorios más impactantes del film, que ocurren durante las horas nocturnas. Como vemos el director de fotografía, al que también vimos en la ya mencionada El Hundimiento, no deja nada al azar, jugando en todo momento con el ritmo argumental.

Un ritmo que se ve potenciado por la composición musical de Alexander Van Bubenheim. Su partitura refleja en todo momento los cambios de estado por los que pasan los personajes, elevando aún más los muchos momentos de subida de adrenalina que sufren tanto los simulados presos, como los guardias que los custodian.

El Experimento es de esas obras, poco conocidas para la mayoría del público, pero que es una joya en sí misma. Recomendada para cualquier estudiante de psicología, nos muestra que todo el mundo no está preparado para tener poder sobre sus semejantes. Una visión que podríamos comparar al exitoso libro "El Señor de las Moscas", pero mucho mas violento y llevado a extremos de comportamiento humano dignos de ser estudiados. Un film muy recomendable que, después de sufrir su tensión durante casi dos horas, te hará meditar y replantearte algunos comportamientos.

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