Durante la década de los noventa, fue el género del thiller uno de los mas prolíficos al otro lado del charco. Muchas eran la obras que, o bien adaptadas de novelas o con guiones propios aparecían semana tras semana en las salas cinematográficas de todo el mundo.
Una de estas producciones era Copycat que contaba como principal aliciente, de cara a generar taquilla, la aparición de Sigrney Weaver en uno de los papeles principales del film. La actriz nacida en Nueva York, da vida a Helen Hudson, una prestigiosa criminóloga que sufrirá un traumático encuentro con un desquiciado psicópata. Este desafortunado hecho provocará que Helen comience a sufrir potentes episodios de agorafobia, llegando al punto de impedirle salir de casa.
Pero su prestigio en el campo criminal evita que pueda retirarse de su vinculación con los asesinatos, y su ayuda es solicitada por la policía para esclarecer una serie de asesinatos, sin aparente conexión alguna, que intenta imitar la forma de actuar de los psicópatas más importantes que ha dado el país.
Con esta premisa se no presenta Copycat, un thriller que sigue los cánones del género y que basa su potencial en la mezcla del papel interpretado por Sigorney Weaver y el interés que va ganando, poco a poco, las cada vez más desconcertantes atrocidades que va cometiendo el criminal de turno.
El guión de Ann Bierdman y David Madsen nos muestra dos tipos de trastornos distintos. Por un lado tenemos ese temor a los espacios o lugares abiertos. La personaje interpretada por Sigorney Weaver adquiere la denominada agorofobia a raíz de un encuentro con un desequilibrado, que está a punto de acabar con su vida. Este tipo de problema es el conocido como psicopatía, que se caracteriza por ser un trastorno antisocial de la personalidad.
A lo largo de la película, tanto agorofobia como psicopatía van cruzando sus caminos hasta que confluyen en un trepidante final, punto culmen de la obra. Y es que, a lo largo de las dos horas que tiene de duración el film, Jon Amiel que es el encargado de dirigir la cinta, sabe jugar con los tiempos de la acción, no cayendo en errores de otras producciones del mismo tipo. Y es que consigue sacar partido tanto al personaje de Helen como el de sus compañeros de reparto, sobre todo al de Harry Connick Jr. que representa, perfectamente, las tendencias psicópatas de Daryll Lee Cullum.
El otro papel de relevancia femenino es para una jovencísima Holly Hunter. Esta actriz, que se dio a conocer con El Piano, da vida a la agente de policía Monahan, encargada de investigar los extraños asesinatos que están teniendo lugar. Su aportación podemos calificarla de efectiva, pero dista bastante de los nombres mencionados anteriormente. Bien es cierto que su personaje tiene gran relevancia en el desenlace de la trama, pero por en medio la intentan meter en un triángulo amoroso que era totalmente innecesario.
William McNamara o Will Patton son otras de las caras reconocidas que completan el casting de la película. Diremos que sus actuaciones sirven para ir desarrollando el guión, pero sin alardes dramáticos ni actuaciones que merezcan ser recordadas.
Y es que, los puntos fuertes del film lo encontramos tanto en la historia como en la actuación de Sigorney Weaver, que consigue encajar perfectamente su personaje con lo exigido por el guión. Por contra, lo mas flojo lo encontramos en la partitura compuesta por Christopher Young, ya que en momentos, dista de tener la fuerza suficiente que acompañe a la trama.
Podemos concluir que Copycat es una de esas obras capaz de introducir algunos trastornos de la personalidad sin caer en típicos convencionalismos ni melodramas propios de la sobremesa. Un película bien realizada, con un buen ritmo, que no se hace pesada y con algún que otro hecho totalmente inesperado.
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