lunes, 19 de agosto de 2013

Crítica de Copycat


Durante la década de los noventa, fue el género del thiller uno de los mas prolíficos al otro lado del charco. Muchas eran la obras que, o bien adaptadas de novelas o con guiones propios aparecían semana tras semana en las salas cinematográficas de todo el mundo.

Una de estas producciones era Copycat que contaba como principal aliciente, de cara a generar taquilla, la aparición de Sigrney Weaver en uno de los papeles principales del film. La actriz nacida en Nueva York, da vida a Helen Hudson, una prestigiosa criminóloga que sufrirá un traumático encuentro con un desquiciado psicópata. Este desafortunado hecho provocará que Helen comience a sufrir potentes episodios de agorafobia, llegando al punto de impedirle salir de casa.

Pero su prestigio en el campo criminal evita que pueda retirarse de su vinculación con los asesinatos, y su ayuda es solicitada por la policía para esclarecer una serie de asesinatos, sin aparente conexión alguna, que intenta imitar la forma de actuar de los psicópatas más importantes que ha dado el país.

Con esta premisa se no presenta Copycat, un thriller que sigue los cánones del género y que basa su potencial en la mezcla del papel interpretado por Sigorney Weaver y el interés que va ganando, poco a poco, las cada vez más desconcertantes atrocidades que va cometiendo el criminal de turno.

El guión de Ann Bierdman y David Madsen nos muestra dos tipos de trastornos distintos. Por un lado tenemos ese temor a los espacios o lugares abiertos. La personaje interpretada por Sigorney Weaver adquiere la denominada agorofobia a raíz de un encuentro con un desequilibrado, que está a punto de acabar con su vida. Este tipo de problema es el conocido como psicopatía, que se caracteriza por ser un trastorno antisocial de la personalidad.

A lo largo de la película, tanto agorofobia como psicopatía van cruzando sus caminos hasta que confluyen en un trepidante final, punto culmen de la obra. Y es que, a lo largo de las dos horas que tiene de duración el film, Jon Amiel que es el encargado de dirigir la cinta, sabe jugar con los tiempos de la acción, no cayendo en errores de otras producciones del mismo tipo. Y es que consigue sacar partido tanto al personaje de Helen como el de sus compañeros de reparto, sobre todo al de Harry Connick Jr. que representa, perfectamente, las tendencias psicópatas de Daryll Lee Cullum.

El otro papel de relevancia femenino es para una jovencísima Holly Hunter. Esta actriz, que se dio a conocer con El Piano, da vida a la agente de policía Monahan, encargada de investigar los extraños asesinatos que están teniendo lugar. Su aportación podemos calificarla de efectiva, pero dista bastante de los nombres mencionados anteriormente. Bien es cierto que su personaje tiene gran relevancia en el desenlace de la trama, pero por en medio la intentan meter en un triángulo amoroso que era totalmente innecesario.

William McNamara o Will Patton son otras de las caras reconocidas que completan el casting de la película. Diremos que sus actuaciones sirven para ir desarrollando el guión, pero sin alardes dramáticos ni actuaciones que merezcan ser recordadas.

Y es que, los puntos fuertes del film lo encontramos tanto en la historia como en la actuación de Sigorney Weaver, que consigue encajar perfectamente su personaje con lo exigido por el guión. Por contra, lo mas flojo lo encontramos en la partitura compuesta por Christopher Young, ya que en momentos, dista de tener la fuerza suficiente que acompañe a la trama.

Podemos concluir que Copycat es una de esas obras capaz de introducir algunos trastornos de la personalidad sin caer en típicos convencionalismos ni melodramas propios de la sobremesa. Un película bien realizada, con un buen ritmo, que no se hace pesada y con algún que otro hecho totalmente inesperado.

Crítica de Oblivion


Colocar a Tom Cruise encabezando un reparto, es casi siempre asegurarse una buena taquilla. Si además, su papel es de un héroe de acción en un entorno futurista, el proyecto adquiere un mayor interés aún. Y es que desde que tocó el género, junto a Steven Spielberg en Minority Report, el actor ha demostrado que se desenvuelve muy bien en el campo de la ciencia ficción.

Con estas premisas se estrenaba en las salas de todo el mundo un film que, bajo el nombre de Oblivion, seguiría con esa manía que les ha dado a los guionistas de convertir nuestro planeta en un lugar inhabitable, en un futuro no demasiado lejano. El detonante de este infortunio fue el ataque de los scavengers, una raza alienígena que vienen a nuestro planeta para intentar extraer todos sus recursos. Una defensa basada en armas nucleares consiguió acabar con esta amenaza, pero las elevadas radiaciones provocaron un éxodo de los terrícolas hacia una zona situada en el espacio exterior.

La vida en el planeta se redujo a algunos scavengers supervivientes y los técnicos que, periódicamente, bajan para realizar labores de mantenimiento de los droides que protegen las avanzadas máquinas de extracción de agua. Una labor peligrosa que realiza cada mañana Jack Harper, un ingeniero de drones que, como todos los humanos, ha sido sometido a un proceso de borrado de memoria.

Este es el punto de partida de Oblivion, una película que consigue conectar con el espectador desde las primeras escenas. Y es que visualmente el film es todo un espectáculo. La fotografía de Claudio Miranda, que recordaremos por su extraordinario trabajo en La Vida de Pi, juega muy bien con el contraste. Por un lado tenemos los vivos colores de los exteriores del extinto planeta tierra, y por otro la frialdad del extraño apartamento donde conviven los personajes de Tom y Andrea. Y es que este lugar tan minimalista y falto de calidez se puede comprender como un símil con la relación que une a estos dos personajes.

El papel principal lo interpreta Tom Cruise, uno de los actores más cotizados de Hollywood que pega muy bien con este tipo de superproducciones. A diferencia de otras obras de su filmografía, durante gran parte del metraje pasa largos periodos en soledad, bien realizando trabajos de reparación o intentando sobrevivir a los ataques de los scavengers. El neoyorquino cumple a la perfección con lo que el guión exige, dándonos a entender que se encuentra muy cómodo en estos roles y demostrando, una vez más, que a pesar de los años sigue estando en forma.

Junto a él encontramos un binomio de féminas que no llegan a rayar a la altura del protagonista de la saga Mission Impossible. Tanto Olga Kurylenko como Andrea Riseborough denotan una falta de expresividad alarmante en el film. Si el personaje de Cruise es pura adrenalina, a sus compañeras de reparto parece que la cosa no va con ellas. Sus interpretaciones no despiernan ningún tipo de sensaciones en el espectador, llegando un momento que realmente no te interesa lo que va a ocurrir con ellas.

El otro gran nombre que encontramos en el reparto es el del veterano Morgan Freeman, un actor que raramente lo hace mas y que en este caso, tiene un rol demasiado secundario. Apenas podemos verlo tres veces a lo largo de los 120 minutos que dura el film, pero su aportación es fundamental para el desenlace de la obra y, lo que es mas importante, para enlazar los múltiples detalles que te pueden llevar a perder cierto sentido al hilo argumental.

Y es que lo interesante del film, lejos de los efectos tanto visuales como sonoros, es que sabe darle un giro de vuelta a la historia sin que, desde un principio, nos vayamos a imaginar que la historia con la que comienza la obra gire sobre si misma. Son muchos los enigmas que se van abriendo a mitad de film, pero por suerte casi todos se van cerrando. Y decimos casi todos porque el final puede llevarnos a realizar un pequeño ejercicio de razonamiento, muy adecuado cuando se comparte el film con algunos amigos.

Ambientada por las efectivas partituras de Anthony Gonzalez y Joseph Trapanese, el film tiene todo lo que se le puede pedir a una superproducción del género. Su director, Joseph Kosinski al que conocimos en Tron Legacy. sabe sacarle partido a un actor como Tom Cruise. Su trabajo tras las cámaras es más que notable, y ha sabido plasmar el complicado guión de Karl Gajdusek y Michael Ardnt. Este segundo nos sonará por ser uno de los guionistas mas creativos de PIXAR y escribir historias tan granes como la de Toy Story 3 o Brave, la última ganadora de los premios de la Academia en el apartado de animación.

En una época donde nos están bombardeando numerosos films basados en un futuro postapocalíptico, podemos asegurar que Oblivion es de los mas interesantes. Si eres de aquellos que se interesan únicamente por la acción, explosiones y batallas interestelares, esta no es tu mejor elección. Pero si buscas una historia bien contada, con giros de tuerca inesperados y unos buenos diseños de producción, prepara un buen bol de palomitas y ponte cómodo en tu sofá.


jueves, 15 de agosto de 2013

Crítica de Guerra Mundial Z (World War Z)


Si hay una temática que tiene todos los boletos para convertirse en un género en si misma, es la de los zombies. No pasa semana donde no se estrene o rumoree algún proyecto que tenga como protagonistas a estos muertos vivientes tan de moda.

Así entre series, videojuegos y comics nos llega esta adaptación cinematográfica de la novela de mismo nombre, escrita por Max Brooks. En ella se nos relata como se va extendiendo, de forma dantesca, una extraña enfermedad que hace que los seres humanos se coman unos a otros. La epidemia crece a un ritmo vertiginoso mientras, aquellos que aún no han sido infectados, luchan por no ser mordidos y hacerse con provisiones y armas. Uno de estos supervivientes es Gerry Line, un especialista en misiones de alto riesgo, ya retirado, que deberá buscar una solución para este mal que está acabando con la humanidad.

Con esta premisa, el director neoyorquino Marc Foster se ayuda del guión de Matthew Michael Carnahan para poner ante nuestros ojos una muy buena adaptación del escrito original. El realizador, que venía precedido de una buena tarjeta de presentación, con obras como Quantum of Solance o Descubriendo Nunca Jamás, consigue plasmar en la gran pantalla la tensión y la brutalidad de estos seres, que nada tiene que ver con los estereotipos clásicos de las obras de George A. Romero. Aquí los zombis, lejos de ser criaturas lentas y torpes, son auténticos perros de presa capaces de competir con el mismísimo Usain Bolt por obtener un trozo de carne.

Ben Serensin, que es el encargado de fotografiar el caos en el que vive el planeta, nos muestra un espectáculo siniestro, con unas imágenes muy potentes y llenas de impacto, sobre todo en las escenas exteriores donde la pantalla se llena de desconcierto y destrucción. Como muestra, el brutal castelier a las puestas de Jeruslen y el posterior asalto de las hordas zombies por el interior de la ciudad santa.

Tensión y entropía visual que se ve amplificada por la magnífica partitura de Marco Beltrami. El compositor, que solo en 2013 ha puesto música a más de ocho producciones entre las que encontramos títulos de éxito, como Lobezno Inmortal o la última entrega de La Jungla, consigue con sus acordes añadir un plus de  adrenalina a las escenas de mayor tensión del film.Y es que si en algo destaca esta película es que sabe mantener el ritmo y el interés durante las casi dos horas de metraje que posee.

Pero no solo de impacto y escenas de sobresalto vive Worl War Z, sino que tiene un reparto que hace que te metas de lleno en la trama. Encabezando este, nos encontramos con uno de los actores mas cotizados del otro lado del charco, como es Brad Pitt. Casi todo el peso de la obra recae sobre su rol, cosa que salva de manera soberbia en uno de esos papeles que ya nos tiene acostumbrados a hacer. Y es que a pesar de que la edad se le va notando, sigue siendo uno de los rostros que mejor encajan en este tipo de personajes.
Junto a el destaca una desconocida Daniella Kertesz, que en su papel de la soldado Segen, realiza un notable trabajo que no se ve eclipsado, en ningún momento, por la popularidad de su compañero de reparto. Mireille Enos, Matthew Fox o Fana Mokoena son otros nombres que forman parte del cast del film, y que no destacan ni postiva ni negativamente, por lo que podemos concluir que realizan una más que suficiente aportación a la obra.

Guerra Mundial Z no supone un giro de turca en el género, pero consigue despertar en el espectador cierta sensación de angustia y desasosiego ante la situación que viven los protagonistas. Si bien podemos buscarle algunos errores, como la falta de explicación del porqué de la epidemia, también es cierto que tal y como está desarrollado el guión no es algo que debamos conocer necesariamente. Lo que si es cierto es que con este film vamos a pasar dos horas muy intensas, con algún que otro sobresalto y con la sensación de estar viendo un gran espectáculo, sin caer en excesos visuales ni una violencia desmesurada.
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