Cuando no hace mucho, George Lucas, le vendió la franquicia Lucasfilm a la todopoderosa Disney, muchos se echaron las manos a la cabeza. La idea de un universo Star Wars endulzado, con un tono más familiar y cómico, hervía la sangre de los más adeptos de la idea original. Aunque, si vemos lo que Lucas hizo, sobre todo en los episodios I y II, nada de lo que saliese del gigante del celuloide iba a empeorar la franquicia.
Desde la firma del documento de venta, muchos fueron los rumores acerca de una secuela de El Retorno del Jedi. Nombres de guionistas, actores y directores salían a la palestra cada dos por tres, victimas del enorme hipe que despierta esta saga. El debate de universo expandido si o reset de lo editado hasta ahora, estaba en boca de todos los fans mientras el proyecto, lleno de secretismo e interrogantes, iba tomando forma.
Tras muchos meses de rodaje y postproducción, dos trailers y numerosas cábalas en foros y redes sociales, el 18 de diciembre estaba marcado en rojo en el calendario, de los numerosos seguidores del enfrentamiento entre el imperio y los rebeldes.
Los meses dieron lugares a días y los días a horas hasta las ansiadas 00:00 horas de la señalada fecha, en la que los mas madrugadores en comprar las entradas, tuvimos la suerte de contemplar el espectáculo que se nos negó, cuando nos tomaron el pelo con La Amenaza Fantasma.
El famoso logotipo de Lucasfilm, que Disney a tenido a bien no eliminar, daba paso a la cortina de títulos más famosa del cine. Las míticas palabras en amarillo desfilando sobre la inmensidad del espacio, con la genial música del maestro Williams, nos cuentan como Luke Skywalker, el ultimo Jedi conocido de la galaxia, ha desaparecido sin dejar rastro mientras el imperio, ahora bajo la bandera de la Primera Orden, se recompone para proseguir el camino que inició el emperador Palpatine.
Este, a groso modo, es el punto de partida de una historia que, si bien nos puede recordar parte del guión de Una Nueva Esperanza, tiene también muchos puntos en los que difiere totalmente. Las primeras opiniones han sido bastante críticas con este punto, ya que reprochan al guionista Lawrence Kasdan y al director J.J.Abrams haber utilizado la misma fórmula que en el episodio IV.
Es cierto que hay un androide con información valiosa, que ha de entregar a alguien, mientras es perseguido por un tercero, Pero El Despertar de la Fuerza es más que eso. Acción y aventuras van reñidas de la mano en más de dos horas cargadas de adrenalina, sorpresas y muchos guiños a las películas clásicas.
Y es que si alguien sabe sacar partido a historias galácticas, ese es J.J.Abrams. Lo que hizo con Star Trek no es pura casualidad, y una vez más demuestra que si hay naves espaciales y razas alienígenas de por medio, él es el hombre.
Las escenas de acción son realmente impresionantes, donde por primera vez en las entregas mas modernas de la saga, el croma no se encarga de estropear las secuencias con mayor carga visual. Los enfrentamientos entre los X-Wing y los Tie Fighters te dejan alucinado, siendo protagonistas de los momentos mas épicos de esta superproducción,
Uno de los instantes más vitoreados por el público es la primera aparición del legendario Halcón Milenario, protagonista de maniobras acrobáticas e imposibles. Una nave vieja pero no obsoleta, que sirve como punto de reencuentro con dos de los personajes más míticos de la saga: EL general Solo y su inseparable compañero peludo Chewbacca.
Harrison Ford, que ya no tiene ese porte chulesco que encandilaba a las jovencitas de principio de los ochenta, ha sabido madurar su personaje sin perder esa chispa que le convirtió en el contrabandista más buscado de toda la galaxia. Sigue manteniendo, además, la misma complicidad con un Chew que parece aún más grande que en sus predecesoras.
La princesa Leia, ahora convertida en General de la Rebelión, es otro de los rostros por los que si se ha cebado el paso del tiempo. Carrie Fisher ha perdido gran parte de la frescura y vitalidad que llenaba la pantalla en la trilogía clásica, ofreciéndonos un personaje gris y apagado.
Pero no todo iban a a ser arrugas y recuerdos, por lo que se optó por dar el verdadero protagonismo de la nueva trilogía a caras poco conocidas pero muy talentosas.
El primero en aparecer y ganarnos a todos es BB-8, el pequeño androide de forma esférica que es una fusión entre R2-D2 y la personalidad del robot franquicia de Disney, Wall-E. Es increíble lo que consigue transmitir únicamente combinando sonidos, luces y los movimientos de la media esfera que tiene por cabeza.
Junto a él, y como compañera inseparable en la mayor parte del metraje, encontramos a la actriz Daisy Ridley. Rey, que es el nombre del personaje al que interpreta, es una chatarrera que sobrevive en un desértico planeta cuyo encuentro, con el androide, va a cambiar totalmente su desalentador futuro.
La intérprete británica es uno de los mayores aciertos del casting, ya que desde las primeras escenas en las que aparece, consigue conectar con el espectador, A medida que se va desarrollando la trama Rey, como ya hizo Luke Skywalker en su momento, va ganando en protagonismo hasta convertirse en uno de los focos de atención de la historia y, quién sabe, de esta nueva trilogía.
Es John Boyega otra de las nuevas caras de la franquicia. Este actor, también de origen británico, pone piel y acento a Finn, un soldado de asalto fuera de lo común, cuyos ideales no casan con los de la Primera Orden. El intérprete de color está a la altura de lo esperado, dando como resultado un personaje carismático y divertido.
Donde quizás el casting no estuvo demasiado acertado, fue a la hora de elegir al intérprete que debía meterse bajo la coraza de Kylo Ren. De entre todos los nombres barajados, fue el de Adam Driver el que se hizo finalmente con el puesto. El californiano, a pesar de intentarlo, no tiene el gancho que debería tener un personaje de su importancia, un hecho que se resiente en uno de los momentos cruciales del film.
El último nombre a destacar es el de Oscar Isaac como papel del piloto rebelde Poe Dameron. En esta ocasión la elección si ha sido acertada, con un personaje que da mucho juego y que se agradece cada vez que aparece en pantalla.
Pero el gran acierto de la mayoría del reparto, sin un buen guión y una impecable puesta en escena, hubiese hecho de este Despertar de la Fuerza en algo mediocre y sin alma. Por suerte para los muchos seguidores de la saga, este no ocurre, gracias sobre todo al trinomio formado por ILM, el maestro John Williams y el director de fotografía Daniel Mindel.
Este último, que ya trabajó para Disney en John Carter o bajo las ordenes de Abrams en Star Trek, realiza un trabajo realmente notable. Las tareas encomendadas para él eran complicadas, teniendo en cuenta la gran variedad de paisajes en los que se desarrolla el film. Desiertos, selvas y bosques helados no son más que un pequeño muestrario de las distintas situaciones con las que ha tenido que trabajar, saliendo de todas triunfante.
Del maestro de los maestros de las bandas sonoras poco, que no se haya dicho ya, se puede decir. De nuevo vuelve a recuperar los acordes más sonados de las películas clásicas, agregándole nuevos movimientos que, si bien no resultan tan destacados como en otras ocasiones, si que encajan a la perfección con lo que ocurre en escena. Y es que este abuelete a pesar de los años, sigue conservando el genio y la magia en forma de partituras.
"Miedo" es la palabra con la que describiríamos el sentimiento general cuando se anunció el comienzo del proyecto del Episodio VII. Hoy, el mismo día de su estreno, podemos confirmar que podemos dejar de lado todos nuestros temores, sentarnos en la sala y disfrutar, durante 135 minutos de una digna secuela de la saga más grande que ha dado la ciencia ficción cinematográfica. Dos horas y cuarto de auténtico espectáculo visual que podemos disfrutar tanto en el formato normal, como en un notable 3D, donde el equipo de magos de Industrias Light & Magic han conseguido ponernos los destructores imperiales al alcance de la mano.
Sea en el formato que sea, El Despertar de la Fuerza es un acontecimiento que merece la pena ser vivido en las salas cinematográficas. Se le podrán reprochar muchas cosas, pero hay algo innegable: Es un auténtico espectáculo audiovisual, que te hace aflorar sentimientos olvidados hace mucho mucho tiempo.
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