sábado, 20 de julio de 2013

Crítica de El Hombre de Acero (The Man of Steel)


Hace casi cuatro décadas un director en alza, como era Richard Donner, adaptaba a la gran pantalla al superhéroe más famoso de todos los tiempos. Superman suponía el punto de partida de las adaptaciones de los grandes héroes de cómic a espectaculares y costosas superproducciones.

El personaje interpretado por Christopher Reeve salvó al mundo a lo largo de cuatro largometrajes, haciéndose una quinta entrega que, bajo el nombre de Superman Returns, supuso un fracaso tanto de crítica como de taquilla. Y es que Bryan Singer no había sabido acertar con la fórmula que atrapó al público allá por 1978.

Siete años después del intento de Warner por realzar la franquicia, nos llega The Man of Steel. La experiencia anterior había dejado claro que se debía cortar con todo lo creado y comenzar de nuevo. Esto, que se hizo ya con el Batman de Christopher Nolan, funcionó a la perfección, dando un enorme salto de calidad, metiéndose en el bolsillo tanto a espectadores como a críticos especializados.

Aunque el nombre de Nolan, productor del film, sonó como posible director de esta nueva saga, Warner decidió darle este ambicioso proyecto a un director que parece haberse especializado en adaptar viñetas, y que se ha convertido en el niño mimado de la productora. Zack Snyder, tras triunfar con 300 y consagrarse con la complicada adaptación de Watchmen, tenía la oportunidad de seguir codeándose con los grandes del celuloide con un personaje que necesitaba un buen lavado de cara.

Para empezar se optó por darle una nueva imagen al kryptoniano, decantándose por el actor británico Henry Cavill. Visto en obras como Los Imortales o Stardust, este nuevo estereotipo rompía con lo anterior, deleitando al público femenino con un cuerpo enormemente musculoso y alejándose de la imagen que, hasta entonces, habíamos tenido del personaje.

El actor no desentona con su rol, pero echamos en falta el carisma que Christopher Reeve daba a Kal-El. Sobre todo a la hora de presentarse como Clark Kent, un personaje que se mostraba aparentemente frágil, y que nada tiene que ver con la imagen que se nos describe en el guión de David S. Goyer.

La historia, a pesar de todo lo original que se ha querido añadir a la saga, no es novedosa, resultando un mix de las dos primeras obras dirigidas por Donner. El punto mas innovador lo encontramos al comienzo del film, donde se nos muestra un Krypton en pleno declive y diseñado a base de mezclar ideas ya vistas en el género de la ciencia ficción. El aspecto visual de las ciudades nos hace traer a la memoria algunas imágenes de las últimas entregas de Star Wars, mientras las criaturas voladoras nos recuerdan a aquellas que aparecen en Avatar. Y es que, a pesar de resultar bastante espectacular, contrasta mucho con la fría imagen que teníamos del mundo de Jor-El.

Es Rusrell Crowe quien se mete en la piel del progenitor de Superman, en un rol que ha gustado mucho al público, y que ha dado pie a que se rumoree en la creación de una posible precuela en base a este personaje. El actor neozelandés realiza un buen trabajo, como ya nos tiene acostumbrados, ofreciéndonos un Jor-El muy distinto al que Marlon Brando nos ofreció a finales de los setenta, pero al que nada tiene que envidiar.

Algo que no ha gustado mucho entre la crítica es la enorme cantidad de flashbacks que contiene el film. Aceptando que se trata de un reseteo de la franquicia, Snyder podría haber optado como se ha hecho en muchas ocasiones, y haber tratado la historia a lo largo de una linea temporal continua. El director de Sucker Punch optó por la formula de comenzar a contarnos los motivos por los que Kal-El fue enviado a la tierra y trasladarnos, acto seguido, al presente. Una de las razones de comenzar de nuevo la saga es dar a conocer al Hombre de Acero a las nuevas generaciones, que solo saben del personaje de oídas. Por ello se optó por ir dando los detalles de su infancia y juventud a base de recuerdos. Todos ellos nos van moldeando la personalidad del protagonista y van argumentando muchos de sus comportamientos.

Aptitudes que contrastan con las del General Zod, un oficial frió y calculador al que da vida Michael Shannon. El actor consigue meterse de lleno en el estereotipo de villano, logrando despertar en los espectadores una gran aversión hacia su personaje. Si lo comparamos con Terence Stamp, quizás no levante tanto odio como el londinense, pero tiene ese grado de maldad suficiente para desear que Superman acabe con él.

Junto a él nos encontramos a Antje Traue en el papel de la soldado Faora-Ul. Podemos asegurar que su actuación si logra despertar verdadera repulsión hacia su personaje, en una interpretación realmente meritoria ofreciendo lo que se espera de esta auténtica villana de comic,  que encuentra su opuesto en Lois Lane.

Para dar vida a la periodista mas famosa del Daily Planet, el equipo de reparto decidió contratar a Amy Adams. Nacida en Italia, la actriz cumple suficientemente con su rol, aunque la historia no la ayuda mucho. Y es que aparece excesivamente a lo largo de las casi dos horas y media de metraje. Si en las obras primigenias Lois no descubría quien era realmente Superman hasta bien avanzada la historia, aquí prácticamente lo descubre en su primer encuentro con Kent, lo que resta esa magia que había entre los personajes. Y es que, a pesar de no hacerlo nada mal, Margot Kidder imprimía mucha mas fuerza y carisma a su personaje, incluso en versión doblada.
El reparto lo completan nombres como Kevin Costner, que a pesar de salir en contadas ocasiones no lo hace nada mal como padre adoptivo de Clark, Diana Line o Laurence Fishburne. Como vemos nombres bastante reconocidos que no desentonan nada con la historia.

Como hemos comentado se ha querido hacer algo original, y lo mas novedoso lo encontramos tanto en el diseño del vestuario como en la música compuesta para la ocasión. El calzón rojo, muy característico del superhéroe, ha sido suprimido y su llamativo traje azul, ha sido sustituido por una vestimenta mas oscura y seria, muy similar a las armaduras utilizadas por los soldados de Krypton.

Como se hiciese con Batman, las partituras que debía acompañar a las heroicidades del Hombre de Acero fueron encargadas a Hans Zimmer. El compositor ha querido romper totalmente con las melodías creadas por John Williams, y ha realizado una composición completamente novedosa y muy pegadiza. En esta ocasión nos ofrece movimientos muy energéticos, cargados con mucha fuerza y que se ensamblan perfectamente con las escenas de mayor adrenalina del film. Una partitura muy disfrutable y bien realizada, pero que no consigue que nos olvidemos del tema central del maestro Williams.

Otro de los aspectos que más contrastan con los films originales es la enorme dosis de destrucción y caos en la que se ve envuelta la ciudad de Metrópolis. Escenas llenas de golpes y excesivas demoliciones, que nos recuerdan enormemente a cierta pelea final de otra producción de Warner, como era Matrix Revolutions. Y es que estos son los únicos momentos donde se puede justificar el excesivo movimiento de cámara con que Snyder nos marea a lo largo de la película.

Podemos resumir que es un film entretenido, que no aporta nada que no hayamos visto anteriormente, a excepción de una mayor violencia y una visión de Krypton que nos puede resultar más atractiva que el propio superhéroe. La próxima entrega nos dirá si, como ocurriese con El Caballero Oscuro, estamos ante algo grande o, como pasa con muchas otras, un producto más para ver y olvidar.

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