El 26 de diciembre del año 2004, quedará marcado en los libros de historia del mundo actual como una fecha donde tuvo lugar una de las mayores catástrofes naturales vivida por el hombre. Un terremoto de intensidad 9.0 en la escala Richter provocaba una serie de réplicas en forma de tsunamis que azotaron las costas del índico. 300.000 personas perdieron la vida en este escalofriante suceso, siendo Tailandia el país mas castigado con cerca de 170.000 defunciones.
Es aquí donde se desarrolla la historia de Lo Imposible, lugar al que viaja un matrimonio con sus tres hijos para pasar las señaladas festividades navideñas. Los apacibles y relajados días de playa se van a tornar en miedo y desesperación cuando una enorme ola arrasa el lujoso complejo turístico donde se encuentran.
Este es el punto de partida que toma Juan Antonio Bayona para deleitarnos con una historia basada en hechos reales y cargada con una elevada dosis de emotividad. El director catalán, que se dio a conocer con El Orfanato, tenía la complicada misión de plasmar en la gran pantalla una historia angustiosa y muy dramática sin aburrir y sin caer en los excesos. Para ello tuvo la suerte de contar con un reparto realmente excepcional y que le aseguraban un mínimo de calidad en las interpretaciones.
El recientemente galardonado con el premio honorífico Donostia, Ewan McGregor, era uno de los buques insignias de la película. Como suele ser habitual, el polifacético actor escoces realizar una labor muy notable en su rol como Henry, el cabeza de familia de la familia Bennett. Su papel está muy bien llevado, pero se ve eclipsado por la actuación de Tom Holland. Este jovencísimo actor es todo un gran descubrimiento y augura una brillante carrera. Pese a su corta edad, es capaz de echarse a las espaldas una gran parte del metraje del film, madurando su personaje a medida que lo hacían las condiciones de supervivencia y consiguiendo, con su sobresaliente papel, arrancar mas de un sentimiento de emoción entre los espectadores.
Junto a ellos, la siempre estupenda Naomi Watts que borda su papel de esposa de Henry y madre de Lucas. De todos es conocidos las magníficas capacidades interpretativas de la rubia británica, a la que hay que unir en esta ocasión su enorme sacrificio y trabajo en la escena de la ola. En ella, además de pasar enormes intervalos de tiempo sumergiendo y emergiendo de las turbulentas aguas, es capaz de transmitir ese sentimiento de sufrimiento y desesperación que vivieron muchos de los afectados aquel fatídico día de diciembre.
Uno de las virtudes que podemos destacar de Bayona y su equipo en este film es el gran virtuosismo para trabajar con los niños y sacar de ellos lo mejor que llevan dentro, artísticamente hablando. Si la interpretación de Lucas era sobresaliente, no es para nada desmerecida las de Oaklee Pendergast y Samuel Joslin, los otros hijos del matrimonio que protagonizan algunas de las escenas mas emotivas de la película. En una de ellas, comparten protagonismo con la veterana Geraldine Chaplin, que a pesar de tener una aportación mínima, demuestra una vez más lo gran actriz que es. Y es que la californiana parece haberle cogido gusto a nuestras producciones.
El guión de Sergio G. Sánchez tenía la complicada labor de contar una historia real, con una gran dureza visual y con la difícil tarea de resultar sensible a los ojos del espectador sin llevarlo a un punto extremo. Una vez vista la obra podemos afirmar que durante las casi dos horas que tiene de duración el film se cumple este cometido, mostrando imágenes muy duras pero tratadas con sensibilidad, dejando de lado el morbo explícito que en muchas ocasiones se apodera de estos argumentos.
Era quizás el resultado final del tsunami lo que más controversia podría crear entre los espectadores, ya que era sumamente complicado hacerlo de forma que pareciese real y creíble. El equipo de efectos especiales tenía un gran reto por delante y por suerte para nosotros lo han superado y con creces. El resultado es una espectacular escena, de casi veinte minutos de duración, que no cae en los defectos que suelen producirse al ensamblar los efectos creados por ordenador con la acción rodada. Un gran trabajo de estos magos digitales que nos dejan una de las escenas más espectaculares que han salido de nuestros estudios y que elevan aún más la calidad del guión.
Otro de los aspectos destacables es la magnífica banda sonora creada por Fernándo Velázquez. Este compositor, que ya trabajó con Bayona en El Orfanato y tiene un extenso número de partituras a sus espaldas, consigue plasmar toda la tensión del suceso en sus pentagramas. Combina acordes melancólicos con otros cargados de tensión basados en movimientos con instrumentos de cuerda, que consiguen aupar aún más las devastadoras consecuencias de la ola. Esto, unido a la excelente fotografía de Óscar Faura, hacen que en más de una ocasión se pongan los bellos de punta.
Solo viendo el récord de taquilla de una producción española el primer fin de semana, podemos hacernos una idea del buen marketing que ha tenido la obra. Pero no solo es publicidad, ya que el film es de una calidad muy superior a lo que tenemos acostumbrado ver nacer en nuestras fronteras. La historia, que en un principio puede parecernos que no va a aportar gran cosa, consigue enganchar al espectador desde los primeros momentos, metiéndote de lleno el desconsuelo e impotencia de los personajes e invitándote a sufrir con ellos. Uno de los grandes estrenos del año, que no defrauda para nada y que posee esa capacidad que no todas las películas tienen, de emocionar y hacer soltar alguna que otra lágrima.
Era quizás el resultado final del tsunami lo que más controversia podría crear entre los espectadores, ya que era sumamente complicado hacerlo de forma que pareciese real y creíble. El equipo de efectos especiales tenía un gran reto por delante y por suerte para nosotros lo han superado y con creces. El resultado es una espectacular escena, de casi veinte minutos de duración, que no cae en los defectos que suelen producirse al ensamblar los efectos creados por ordenador con la acción rodada. Un gran trabajo de estos magos digitales que nos dejan una de las escenas más espectaculares que han salido de nuestros estudios y que elevan aún más la calidad del guión.
Otro de los aspectos destacables es la magnífica banda sonora creada por Fernándo Velázquez. Este compositor, que ya trabajó con Bayona en El Orfanato y tiene un extenso número de partituras a sus espaldas, consigue plasmar toda la tensión del suceso en sus pentagramas. Combina acordes melancólicos con otros cargados de tensión basados en movimientos con instrumentos de cuerda, que consiguen aupar aún más las devastadoras consecuencias de la ola. Esto, unido a la excelente fotografía de Óscar Faura, hacen que en más de una ocasión se pongan los bellos de punta.
Solo viendo el récord de taquilla de una producción española el primer fin de semana, podemos hacernos una idea del buen marketing que ha tenido la obra. Pero no solo es publicidad, ya que el film es de una calidad muy superior a lo que tenemos acostumbrado ver nacer en nuestras fronteras. La historia, que en un principio puede parecernos que no va a aportar gran cosa, consigue enganchar al espectador desde los primeros momentos, metiéndote de lleno el desconsuelo e impotencia de los personajes e invitándote a sufrir con ellos. Uno de los grandes estrenos del año, que no defrauda para nada y que posee esa capacidad que no todas las películas tienen, de emocionar y hacer soltar alguna que otra lágrima.
Román muy buena la crítica, me anima a ver la película que en principio me parecía demasiado comercial.
ResponderEliminarEs una película muy recomendable, sufrida pero de las que te alegras de haber ido a ver al cine.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con tu crítica. Lo que mencionas del pudor y delicadeza con que se tratan las imágenes más impactantes me pareció un acierto total. Lo único que no comparto es tu opinión acerca de Geraldine Chaplin. Esa escena me pareció un pegote.
ResponderEliminarPero realmente merece la pena totalmente, volvería a verla aunque sólo han pasado tres días desde que fui al cine.
Yo ese escena la vi como mostrar un poco de calma entre tanto desconcierto. Una manera de descargar un poco de tensión y de ver que entre tanto caos se puede encontrar momentos para reflexionar. Además es una ocasión para darle algo mas de protagonismo a los niños pequeños.
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