Y por fin llegó la esperada entrega que pone punto y final a una de las sagas mas exitosas que ha dado la industria cinematográfica. Y es que el mágico mundo creado por J.K. Rowling se ha convertido en una de las gallinas de los huevos de oro para Hollywood, desde que hace ya diez años las salas se llenaran de millones de familias para contemplar las aventuras del mago mas famoso del celuloide.
En esa primera entrega, que llevaba por nombre Harry Potter y la Piedra Filosofal, los que como yo no habíamos leído nada de la escritora, nos vimos envueltos en un aura de fantasía e imaginación que no recordábamos desde films de antaño, como La Historia Interminable. Una regresión a la infancia donde magos, dragones, trolls y escobas voladoras eran capaces de convivir en un paraje mágico como era el castillo Hogwarts. Un emplazamiento rodeados de paisaje de cuentos de hadas, inundado de colores vivos e intensos... nada que ver con lo que el transcurso de los años académicos de Harry nos tenía preparado. Y es que, con el cambio en la dirección tras la segunda de las entregas, lo que parecía una saga destinada a un público infantil, dio un giro radical. A raíz del Prisionero de Azkaban la historia se volvió mucho mas oscura y el guión maduró a pasos agigantados pasando de ser un simple cuento para niños a una convertirse en una obra más "adulta".
Esta tendencia fue in crescendo hasta llegar a Harry Potter y las Reliquias de la Muerte. Tanto la primera de las partes como la segunda en poco coinciden con las primeras entregas donde alucinábamos con los primeros hechizos de Harry o las meteduras de pata de Ron. Es ahora cuando la historia termina de cocerse totalmente y se nos desvelan muchos de los interrogantes abiertos en las anteriores secuelas. En estas todo es oscuro, como si los personajes se hubiesen teletransportado al mismísimo Mordor, solo que en lugar de esperarles Sauron lo hace Ralph Fiennes caracterizado de Voldemorth. Un personaje al que le falla totalmente el doblaje repercutiendo negativamente en su credibilidad.
Esta segunda parte del último de los libros de Rowling empieza justo donde había terminado la anterior, dando continuidad a la línea narrativa con la que Steve Kloves había dado comienzo la penúltima entrega. Un guión muy elaborado que intercala momentos memorables con otros mas flojos que podían haber narrado la historia de una manera mas sencilla y directa. No voy a dar ningún spoiler pero el momento "Harry en la estación de tren con el profesor Dumbledore" no puedo dejarlo pasar, recordando inevitablemente una de las situaciones mas absurdas en las que ponen al personaje de Neo en Matrix Revolutions.
Pero a pesar de detalles como este, es de agradecer que por fin se nos muestre la verdadera esencia de la eterna batalla entre Harry y Voldemort, con una serie de planos espectaculares y un asalto a Hogwarts memorable. Sin duda, de lo mejorcito de la saga, donde se nos deleita con un festival de efectos especiales y destrucción nunca vista en las entregas anteriores. Era el ingrediente que le faltaba a la obra para satisfacer plenamente a todos los aficionados al género de fantasía y aventuras.
Como toda gran historia debía tener un gran final, y en esta ocasión podemos decir que lo tiene a medias. Y es que la forma de concluir el enfrentamiento entre Harry y Voldemort, para los que nos gusta resaltar la figura del héroe, quizás nos deje un poco decepcionados aunque también es cierto que de esa forma cobraba sentido alguna que otra frase de una de las películas anteriores que parecía no tener relevancia (y ahí os dejo una pista). Un desenlace que concluye con una ingeniosa y original escena final, donde el equipo de caracterización se luce, y que cuanto menos nos hará olvidarnos por un momento que se nos va uno de los personajes mas carismáticos de la última década gracias, en parte, al buen trabajo realizado por Daniel Radcliffe que, junto a Rupert Grimm y Emma Watson, han dado lugar a tres de las caras favoritas entre los mas jóvenes.
Sin duda un desenlace épico para poner punto y final a una de las adaptaciones cinematográficas que mejor han reflejado su análogo en papel y, que ha llegado a ser uno de los fenómenos mediáticos de estos comienzos del siglo XXI.
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