jueves, 10 de julio de 2014

Crítica de X-Men: Días del Futuro Pasado


Era cuestión de tiempo que Brian Singer volviese a la saga que le vio saltar a la fama, después de que los productores se fijasen en su Sospechoso Habituales. El crédito del director estaba casi agotado, tras defenestrar sus primeros X-MEN en una tercera entrega totalmente prescindible, y estrellarse con un Superman que decepcionó a todo el mundo.

Días del Futuro Pasado es la secuela del film que, bajo el nombre de Primera Generación, reseteaba la saga, trasladando la acción hasta el origen de los primeros mutantes. Unos nóveles Magneto y Xavier intentaban evitar que las diferencias, entre humanos y mutantes, se viese como algo natural y no un desencadenante que pudiese llevar a confrontaciones hostiles.

En esta ocasión la acción transcurre en un futuro no muy alejado del mostrado en la película La Decisión Final. El ser humano ha encontrado, bajo el nombre de Centinela, un arma al que los mutantes no pueden hacer frente. Unos androides adaptables y letales programados para eliminar todo ser con un ADN anómalo. La única posibilidad es aprovechar el poder de Kitty Pride (el Delorian de los mutantes como se la ha denominado en el mundillo), y teletransportar la conciencia de Logan al pasado, para evitar que ocurra el hecho que desencadene la puesta en marcha de la producción de estos temidos centinelas.

Con Singer encabezando el proyecto, era de esperar que ambas sagas tuviesen algunos puntos en común. Lo complicado era como conseguirlo y, por suerte para los seguidores de los mutantes, lo han realizado de una forma bastante efectiva. El guión de Simon Kingerg y la historia de Jane Goldman tienen la virtud de ir encajando a personajes de dos épocas totalmente distintas, con el único nexo en común que es el personaje de Lobezno al que, una vez más, vuelve a dar vida el polifacético Hugh Jackman.

Si observamos su interpretación, vemos como el actor australiano mantiene el mismo nivel al que nos tiene acostumbrados. Eso si, observamos una clara evolución en la personalidad del rol al que da vida, sobre todo comparándolo con las primeras entregas.

Pero Jackman no es el único que repite, ya que Singer y su equipo de casting ha conseguido reunir la mayoría de los repartos principales de ambas sagas. De esta forma conseguimos ver en un mismo metraje grandes intérpretes de tiempos pasados como pueden ser Ian Mckellen o Patrick Stewart, con otros que llevan varias décadas al alza como Halle Berry o el propio Jackman, con actores de nueva horneada como es el caso del Michael Fassbender, Jennifer Lawrence o Ellen Page.

En el caso de los actores más veteranos, era improbable que no cumpliesen, manteniendo el carisma que imprimieron a sus personajes en las primeras películas estrenadas hace ya algunos años. Algo que también ocurre con los X-Men mas clásicos, que son bastante efectivos para lo que el guión requiere de ellos.

Si tenemos que destacar, de forma positiva a algun miembro del reparto, es el de Michael Fassbender. Este intérprete alemán consigue dejar desconcertado al espectador en todo momento, gracias en parte a la "bipolaridad" de su personaje. Como ya hiciese en Primera Generación, consigue dotar a su rol de una personalidad que roba gran parte del interés del film.

James McAvoy tampoco se queda corto, regalándonos una visión del profesor Xavier a la que no estamos acostumbrados. Un personaje falto de toda fe y casi acabado, que el actor escocés pone en escena de forma sobresaliente.

Como toda buena película del género, el aspecto artístico si no se asienta sobre unos buenos efectos especiales y una imagen que potencie la acción, sirve de poco  o nada. En esta ocasión el encargado de fotografía es, como ocurriese en otras producciones de Singer, Newton Thomas Sigel. El cineasta combina los cambios de tonalidades en las dos épocas donde se desarrolla la acción, mostrándonos un presente sombrío vagamente iluminado por los poderes de algunos de los mutantes, con unos años 70 mucho mas coloridos y esperanzadores.

Todo esto acompañado por la sinfonía de John Ottman, otro de los habituales de Singer. Como ya hiciese en las primeras entregas de estos asombrosos mutantes, en las que también se encargó de ponerle música, vuelve a recurrir a la fórmula de combinar acordes de mucha tensión que se ajustan, como un reloj suizo, a las espectaculares escenas de acción. Una buena composición musical que no desentona con el signo general de la obra.

X-Men Días del Futuro Pasado es, a pesar de las críticas por no ajustarse de forma fidedigna al cómic del que procede, la excusa perfecta para volver a disfrutar de una buena película de acción ambientada en viñetas. Una superproducción llevada a buen ritmo, que no se hace pesada, y con gran cantidad de momentos vibrantes repletos de adrenalina. Un blockbuster veraniego que merece la pena ser disfrutado en una gran pantalla.

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