martes, 15 de abril de 2014

Crítica de 300: El Origen de un Imperio


El estreno de 300 en las salas cinematográficas supuso, en verano de 2006, un nuevo giro de tuerca al arte conceptual del celuloide. Zack Snyder, director de la obra, supo plasmar la fuerza de las viñetas de Frank Miller a base de innovar en la imagen. La nitidez a la que estamos acostumbrados se dejó de lado, impregnando los fotogramas de un exceso de grano y zonas difuminadas que te metían de lleno en un mundo de viñetas animadas.

Ocho años mas tarde, nos llega la segunda entrega de la exitosa y aclamada obra. Para empezar diremos que no se trata de una secuela en si misma, y tampoco de una precuela, sino más bien el guión nos narra una historia paralela al épico hecho acontecido en las Termópilas.

El guión, obra del propio Zack Snyder en colaboración con Kurt Johnstad, que ya trabajaron juntos en la primera obra, nos traslada desde el frente espartano hasta la potente flota naval ateniense. Mientras el rey Leonidas y sus trescientos hombres, intentaban frenar el avance de Xerxes y sus invencibles tropas, el capitán Themistocles tiene la complicada misión de impedir la llegada de los persas a las costas griegas.

Era inevitable una "secuela" de una obra que se ganó tantos adeptos y que supuso el encumbramiento del sistema slow motion, que posteriormente ha sido copiado en diversas obras cinematográficas y series de éxito como Spartacus. En esta segunda entrega tanto la estética, la fotografía de Simon Duggan y este formato de captura, es herencia directa de su predecesora, innovando poco o nada en este campo. La única diferencia notable con la que nos encontramos es que, siguiendo la tendencia cinematográfica actual, muchas de las copias distribuidas han sido adaptadas al sistema 3D. Pero no nos engañemos, no estamos ante un Gravity o Avatar, por lo que el nivel obtenido con la tercera dimensión es bastante mediocre, no suponiendo ese plus de espectacularidad que cabría esperar.

Un casi desconocido Noam Murro, que prácticamente debuta en el gran formato con este film, coge el testigo de Snyder al frente de la dirección de la obra. Su trabajo se ve enormemente influenciado por el cineasta estadounidense, utilizando tanto las técnicas como el virtuosismo visual experimentado en la primera entrega. Si bien, a diferencia de la adaptación de la novela gráfica de Miller, el guión de esta superproducción no está tan trabajado, centrándose más en la acción y dejando de lado las intrigas políticas que acontecían en el senado de Esparta.

A cambio nos ofrecen hora y media de acción desmesurada, inmensas batallas navales y una orgía de sangre y mutilaciones imposibles. Adrenalina en estado puro, embalsamada con la estética propia de la saga, y aliñada con tácticas de combate que dejaran satisfechos a más de uno, y difuminará los fallos de guión para la mayoría.

Es en el reparto donde más se aprecia el menor nivel de esta segunda entrega. El carisma y fuerza de Gerard Butler como rey de Esparta no es comparable con lo expuesto por Sullivan Stapleton como protagonista del film. A pesar de dar vida al héroe ateniense Themistocles, su rol se intenta convencer a si mismo de ser el Leónidas de los griegos, algo que se queda en mero proyecto, no logrando cuajar a lo largo del film.

La que si nos sorprende de forma grata es la atractiva Eva Green como Artemisa, gran guerrera persa y gran valedora de los éxitos de los ejércitos del rey Xerxes. La actriz parisina no se corta a la hora de mostrar sus atributos femeninos, así como de ofrecernos un repertorio de momentos realmente crueles y bizarros.

La que vuelve a repetir es Lena Headay como la reina Gorgo. La intérprete británica, que triunfa en la pequeña pantalla con la exitosa Juego de Tronos, aparece de forma esporádica en la obra, sirviendo únicamente de hilo conductor entre ambas películas.

Rodrigo Santoro como Xerxes es el otro nombre destacable que vuelve a repetir en la saga. Como ya le ocurriese a Lena, su papel es de escasa duración, teniendo muchísimo menos protagonismo que en su periplo en las Termópilas.

Otro de los aspectos que ha cambiado es el musical, ya que Tayler Bates deja el testigo de la composición a un poco conocido Junkie XL. Este, su primer gran trabajo de responsabilidad, consigue mantener el tono épico de la saga a base de percusión y movimientos con mucha fuerza. Un aceptable trabajo que le ha dado la posibilidad de componer la banda sonora que llevará la nueva adaptación de Mad Max.

Como resumen podemos asegurar que 300, El Origen de un Imperio es una digna película de acción que, a pesar de no tener una historia tan original y completa como la primera, sabe mantener la épica y heroicidad que la batalle de las Termópilas impuso en las salas cinematográficas. Un aumento exponencial de violencia y salsa de tomate respecto a la de Snyder, que es disfrutaran todos aquellos amantes del cine de acción.

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