viernes, 14 de febrero de 2014

Crítica de Los Miserables


El pasado año nos dejó una nueva adaptación de un clásico de la literatura. En esta ocasión la elegida fue la obra de Victor Hugo Los Miserables. Un escrito, de extensa longitud, en la que se nos mostraba, una tras otras, las miserias de una serie de personajes en el marco de la Revolución Francesa.

Pero a diferencia de producciones anteriores que versaban sobre la misma novela, en esta ocasión se ha tomado como inspiración el musical que, hace ya algún tiempo, asombró al público en Brodway. Y hasta tal punto se ha tomado como referencia esta versión de escenario, que todos los diálogos de la película son cantados.

Entre complicas rimas y trabajadas coreografías, la obra dirigida por Tom Hooper nos transporta hasta la Francia de mediados del siglo XIX. En tan convulsa época, un joven Jean Valjean era condenado por robar pan para poder alimentar a su sobrino. Este hecho lo dejará marcado por el resto de su vida, a pesar de haber cumplido la condena decretada. Pero Jean no está dispuesto a cargar con ello, y decide empezar una nueva vida con una nueva identidad. Pero su pasado vuelve para atormentarlo cuando aparece, por casualidades del destino, el oficial que le custodiaba en sus tiempos de presidio.

Uno de los aspectos que más no llama la atención cuando comenzamos a ver el film es la fuerza de sus imágenes. La primera escena del astillero tiene una puesta en escena realmente espectacular, atrapando al espectador y dándonos una idea de la grandeza visual de la película. Casi tres horas de deleite para nuestros ojos, gracias al virtuosismo que Danny Cohen pone en cada una de las escenas de esta gran superproducción.

Pero este aspecto no es el único que destaca en Los Miserables, ya que el elenco de actores elegidos para dar vida, a los distintos personajes que protagonizan esta adaptación, rallan a gran nivel. En el papel protagonista encontramos a un actor que, lejos de encasillarse, siempre nos sorprende con nuevos registros. Hugh Jackman, uno de los actores favoritos entre el público femenino, nos regala una gran interpretación de Jean Valjean, un personaje con una gran carga dramática que el actor australiano solventa de manera eficiente. Además, como ocurre con todos los personajes que aparecen a lo largo del extenso metraje, cuenta con el handicap de que todos sus diálogos son cantados, lo que nos da una señal del enorme esfuerzo realizado y la enorme calidad del resultado obtenido.

Para dar vida a Javert, su alterego en el film, se optó por contar con otro grande del celuloide como es el oscarizado Rusell Crowe. El intérprete, que se encumbró con Gladiator, supera de forma notable cada una de sus apariciones en la gran pantalla, en un rol poco agradecido, pero al que imprime una gran fuerza y emotividad, que no se deja ensombrecer por el papel protagonista.

Pero si hay alguien al que se le recordará por su papel en esta obra, es sin duda alguna la actriz Anne Hathaway. El meterse en la piel de la joven Fontaine le supuso un enorme salto cualitativo en su carrera, encumbrada con el premio de la Academia obtenido por su enorme interpretación. Si bien sus apariciones a lo largo de la película no son muchas, en cada una de ellas nos impregna con una alta carga emotiva, culminada con una de las escenas más potentes del film, regalándonos un solo lleno de dramatismo que hace ponerte los pelos de punta.

El listado de actores reconocidos no termina aquí, ya que también hay que destacar a la joven actriz Amanda Seyfred. Su papel es el más juvenil de la obra, dando vida a una inocente Cosette que, a pesar de tener cierto peso específico dentro del guión, está un peldaño por debajo de los nombres anteriores.

Son las interpretaciones de Helena Bonham Carter y Sacha Baron Cohen las que ,mas discrepancia han levantado entre el público y la crítica especializada. Podemos afirmar que su trabajo es de una rigurosa corrección, expresando fielmente la picaresca de sus estereotipos y ofreciéndonos algunos de los momentos mas divertidos y alocados del film.

Y es que el guión adaptado por William Nicholson y su equipo esta confeccionado de forma que la acción queda estructurada por pasajes. Nos encontramos con un inusual montaje donde cada secuencia está perfectamente definida, con una serie de escenarios bien definidos en los que cada pasaje tiene su comienzo y su final. Esta formula empleada, nos da una idea de lo presente que se ha tenido el musical a la hora de poner en la gran pantalla el escrito de Victor Hugo.

Un musical que seguro que ha servido de inspiración a Claude-Michel Schönberg para componer unas partituras de enorme calidad, y con un valor musical nada despreciable. A pesar de la enorme complejidad de realizar un obra íntegramente vocal, el compositor consigue imprimir un estilo musical a cada personaje, totalmente acorde con su personalidad y que nos permite distinguir con relativa sencillez quién se expresa en cada momento. Algo realmente importante en aquellos momentos donde se canta a coro o se entremezclan los distintos "diálogos" de los protagonista del film.

Los Miserables no engaña a nadie, y nos ofrece aquello que nos vendían desde los primeros teasers. Un musical, no apto para todos los paladares debido a su extensión, pero que tiene la virtud de impregnarte con sus poderosas imágenes, seducirte con sus melódicos diálogos  y atraparte con sus grandes interpretaciones. Una historia universal, reinventada para la ocasión que se disfruta de manera notable.
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